Cástor Díaz Barrado

Fragmentos

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En ocasiones, tienen lugar en la sociedad internacional acontecimientos y sucesos que, observados en su conjunto, ponen de manifiesto la situación real y tangible que acontece en las relaciones internacionales. Provocar la existencia de estados de ánimo es su función y, con ello, se perciben eventuales cambios y transformaciones más o menos profundas. Parece que se avecinan nuevos tiempos en la escena internacional bien con la existencia de cambios sustanciales o, al menos, con el surgimiento de nuevas perspectivas. Pequeños hechos en la visión de la historia conducen, a veces, a sentir que los tiempos son distintos y que los actores están buscando su propio destino. Quizá, ahora, estemos viviendo uno de estos momentos. La incertidumbre que se ha abierto en Venezuela, tras la muerte de Hugo Chávez, afecta, de manera primordial a su futuro político y es muy posible que se resuelva no en este momento, una vez que se celebren las elecciones presidenciales, sino precisamente a partir de los resultados que se obtengan y que hacen prever el triunfo mayoritario de Nicolás Maduro. Ni las posiciones de éste ni las propuestas de Capriles son definitivas ahora en una sociedad conmocionada por la muerte de un líder carismático. Acaba de comenzar lo incierto y pronto empezarán a sentirse sus efectos. El cónclave de cardenales sólo cerrará, de modo parcial, en su reunión en Roma los motivos últimos que habitan en un acontecimiento casi insólito como la renuncia del Papa. La diplomacia vaticana deberá emplearse a fondo para abrir una etapa de aceptación mayoritaria. Gran Bretaña continúa con su escala colonial y, ahora, le toca a las Malvinas, mediante la celebración de una consulta inútil e innecesaria. Las poblaciones trasplantadas no tienen derecho a decidir el futuro de un territorio, y el de sus recursos, que nos les pertenecen. Se revela el fin de un periodo excesivamente largo de la historia y algunos estados, como Gran Bretaña, no comprenden el sentido del nuevo tiempo. Las rupturas de los pactos de no agresión por parte de Corea del Norte y las sanciones adoptadas, incluso por China, revelan el debilitamiento y el final anunciado de «líderes luminosos». El comportamiento de este Estado no favorece el diálogo y la paz mundial pero ahí radica, con seguridad, el principio del fin de un régimen tan detestable. Todo ello son sólo fragmentos y retazos de la vida cotidiana internacional. Espacios inciertos de una realidad compleja. Lo único seguro es que sigue siendo preciso asegurar la pervivencia de la humanidad y el respeto al ser humano.