Luis Suárez
Hablando de Cataluña
Las referencias que se hacen en nuestros días a las raíces históricas de Cataluña están provocando errores muy serios que conviene en todo caso aclarar, con independencia de las circunstancias políticas. Cuando la Monarquía wisigoda que había conseguido unificar toda la Península, se hundió a causa de la invasión musulmana, provocada por el error que cometiera uno de los partidos en pugna, los nuevos dominadores intentaron también penetrar en Francia hasta que el 732 los «europenses» mandados por Carlos el Martillo, lograron rechazarlos. Todos los núcleos de resistencia peninsulares se instalaron directa o indirectamente bajo la protección de aquel nieto de Carlos a quien llamamos ahora Carlomagno. Este decidió establecer una base militar de resistencia a caballo del Pirineo, y aunque fracasó en el oeste, triunfó en el ete consiguien crear ese fuerte bastión militar que fue llamado Marca (es decir frontera militar) Hispánica (porque era parte de la antigua Hispania)
Un territorio, gobernado como era norma por vasallos a quienes se daba título de condes porque compartían como vasallos el poder del rey. En las zonas de lengua occitánica aparece muy pronto el término Catalunya para designar el territorio; no es una nación ni un reino. Su misión, doble, es ejercer la defensa frente al emirato musulmán y, también, servir de camino para el comercio en aquellos intervalos en que las espadas volvían a la vaina. Los condados no eran rigurosamente iguales. Barcelona tuvo oportunidades abundantes para ampliar su territorio, siguiendo los métodos que se seguían en León y, de este modo, acabó imponiendo su jefatura sobre los demás condados.
Calmette, uno de los mejores historiadores franceses, sitúa en el año 865 el nacimiento de Cataluña cuando el emperador Carlos el Calvo decidió colocar a las órdenes de Wifredo «il Pilós» esos seis condados que eran Rosellón, Cerdanya, Ampurias, Urgel, Gerona y Barcelona, titular de este último. Wifredo será, el 878, el último conde de Barcelona que reciba del monarca franco su nombramiento. En un documento del año 890 Wifredo aparece con título de marqués, lo que le situaba por encima de los condes en la jerarquía feudal. Aparte de continuar la dependencia nominal del rey de los francos, el sistema tenía el inconveniente de presentar el dominio como un patrimonio que los hijos podían repartirse. Circunstancias biológicas hicieron que el 911 Sunyer pudiera convertirse en conde único. Con los demás reinos hispanos compartía la tarea de la reconquista e invocaba la herencia goda
Muy lentamente, a lo largo del siglo X, y especialmente con la incorporación del condado de Urgell, los condes de Barcelona, que continuaban dentro del caudillaje carlovingio, aunque este era solamente un nombre, fueron afirmando su dominio sobre lo que ahora llamamos Cataluña. La reconquista de Tarragona daba además un instrumento de gran importancia. Se podía reclamar para esta sede el carácter de primada de España, ya que según tradiciones que se aceptaban, allí era en donde San Pablo pusiera los cimientos de su Iglesia. Aunque se conservaban con más fuerza que en el resto de la Península las estructura feudo-vasallaticas, se estaba afirmando por una parte la herencia hispana –se estaba negociando con los otros reinos la parcela de reconquista que al conde de Barcelona correspondía– y por otra el autogobierno. Un documento del año 977 contiene estas frases tan significativas al fijar la fecha, «año veintitrés de Lotario rey de Francia, imperante sin embargo entre nosotros Nuestro Señor Jesucristo». Como decían entonces los reyes de León o de Navarra, el conde de Barcelona pasaba a ser imperante por la gracia de Dios.
La necesidad de hacer frente al Islam, evitando jugarse la vida en una sola y decisiva batalla, los cristianos españoles se habían visto obligados a dividir el frente en seis parcelas, en cada una de las cuales era necesario que operase también un poder político Pero todos se sentían formando parte de una unidad, Hispania. Cuando los Capetos sustituyeron en Francia a los carlovingios, los condes de Barcelona, que algunas veces recurrían al calificativo de príncipes para demostrar que todos los condados se hallaban bajo su dependencia, abandonaron el vasallaje que con Carlomagno y sus primeros sucesores declararan. En el siglo XI se produjo en la Península un cambio radical: la dictadura militar montada por Almanzor, había desembocado en la caída del Califato y la dispersión de todo al-Andalus en lugartenencias o taifas, que se combatían y a la vez se deterioraban.
Ripoll, gracias al abad Oliba, se convirtió en una de las fuentes del saber, llevando a Navarra y Castilla su influencia. Y su pariente Ramón Berenguer I, conde de Barcelona, casó con la infanta Sancha de León integrándose así en la dinastía que se consideraba heredera de Chindasvinto. En otras palabras, la naciente Cataluña se consideraba como una parte de esa renaciente Hispania. De hecho, en la primera mitad del siglo XII, al incorporar Lérida a su dominio y llevar a la desembocadura del Ebro los límites de su poder, Ramón Berenguer III es e1 verdadero creador de Cataluña que no tomó título de reino aunque sí de principado.
Esto es lo que, por encima de las divergencias políticas, debe tenerse en cuenta. Cuando Ramón Berenguer IV casó con Petronila reina de Aragón, estableció las bases iniciales de la que iba a ser Monarquía española cuyas bases se establecen en el siglo XIV y precisamente desde Barcelona. Algo que conviene no olvidar: la solidez, riqueza e importancia de Cataluña, que se coloca en la cúspide, procede precisamente de haber buscado la unidad con los otros reinos; ella iba a permitirle el establecimiento de una especie de primacia económica, que se apoyaba en el Mediterráneo.
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