Cástor Díaz Barrado

Indefinición

Las revueltas que están teniendo lugar en Estambul van más allá de la reivindicación de que no se construya un centro comercial en la ciudad, que supondría la desaparición de un parque. La política del líder turco Recep Tayyip Erdogan se está poniendo en tela de juicio y lo que está aconteciendo en la plaza Taksim es una prueba de ello. Turquía se debate, desde hace tiempo, entre las posiciones islamistas y quienes, con mentalidad nacionalista, defienden un Estado laico. El Partido de la Justicia y el Desarrollo, que dirige Erdogan, ha sabido, hasta ahora, contar con el apoyo de la mayoría de la ciudadanía, desde una tendencia islamista muy moderada. Los resultados en la economía turca han sido francamente positivos y Turquía se ha convertido en uno de los países que representan el avance económico en el planeta. La defensa de la economía de mercado en todas sus dimensiones y la promoción de las inversiones extranjeras han hecho de Turquía un ejemplo a seguir para los países de tradición musulmana. La política exterior turca evolucionó hacia posiciones de mayor entendimiento con sus vecinos. Sólo las dificultades que atraviesan algunos de los vecinos de Turquía explican que no se haya podido configurar una sólida política exterior de buena vecindad. Pero la voluntad del Gobierno turco ha sido, claramente, favorable al entendimiento. Turquía se ha venido constituyendo en uno de los paradigmas de que las cosas se pueden hacer medianamente bien en la sociedad internacional y de que un Estado puede lograr, en poco tiempo, que aumente el bienestar de sus ciudadanos. Es difícil explicar, entonces, por qué surgen ahora las revueltas de Estambul. La moderación como seña de identidad ha propiciado, hasta el momento, muy buenos resultados pero, sin embargo, parece que ha producido elementos de indefinición. En lo económico, Turquía avanza. En lo político y en las libertades públicas, quienes se manifiestan afirman que retrocede. Y en su acción exterior, Turquía se ve atrapada por lo que sucede en Siria y sin que se hayan producido avances para su eventual ingreso en la Unión Europea. Los sucesos de Estambul no producirán un cambio de Gobierno y es más que posible que la mayoría de los turcos siga apoyando las tesis y las políticas de su primer ministro, pero el Gobierno de Ankara debería valorar con precisión estos acontecimientos y buscar las causas últimas que los motivan. La estabilidad en Turquía es básica para que continúe el desarrollo económico en este país y, también, es sustancial para la zona.