María José Navarro

Irrepetibles

Se llama José Antonio y el pasado ocho de mayo recibió una comunicación oficial en la que se le certificaba su designación como suplente en una mesa electoral este próximo domingo, puesto que ya tuvo que ocupar como titular en unos comicios anteriores. Pero Jose, que así le llaman sus amigos, es abonado del Atleti y abogado. Un excelente abogado y un socio de pedigrí con derecho a una entrada para la final por su antigüedad en la grada del Calderón. Así que ni corto ni perezoso se sentó, abrió su ordenador y escribió un pliego de alegaciones memorable a la Junta Electoral de zona de Madrid argumentando que debería quedar eximido con razones sacadas de la Constitución, Schengen, y la Declaración de los Derechos Humanos. El Atleti, su Atleti, jugaba la final de la Copa de Europa, algo que no sucedía desde hacía cuarenta años, cuando él tenía tres. Un acontecimiento único, inaplazable, histórico (como algunos eventos familiares) para el que, además de tener aseguradas las entradas, ya tenía transporte y dinero invertido. Dicen algunos impecables ciudadanos de boquilla que esto de tratar de escaquearse es muy español. Dicen que es una vergüenza y vocean manoteando. También lo es tirar de demagogia barata y por detrás defraudar a Hacienda unos euros, conducir con copas, o encontrar a un médico amigo que te firme un certificado exagerando una dolencia. La Junta Electoral de zona (formada por tres jueces y dos licenciados en derecho, ojo, no por un hincha furibundo del Atleti) le ha dado la razón. Primero, porque sus circunstancias cuadran con lo que dice la Ley. Y quizá, después, por haber dicho la verdad. Basta ya de buscar antisistemas.