Alfonso Ussía
JC I
El Rey Don Juan Carlos cumple el próximo 5 de enero 80 años. Buena edad para mirar hacia el pasado. Últimamente se están escribiendo de su persona y su vida aspectos muy desagradables. No puedo permanecer callado, y me sumo a la imaginación y al chisme. Conozco terribles episodios de la existencia de Don Juan Carlos que superan la figuración y los deseos de herir su prestigio de Pilar Eyre y Jaime Peñafiel, entre otros. Y me apresuro a narrarlos.
Cuando Don Juan Carlos –en aquellos tiempos Don Juanito–, tenía 9 años de edad, pinchó todos los globos en la fiesta de cumpleaños de la niña Eulalia Cunha y Simoes, celebrada en Estoril. Aquello fue espantoso, y sus padres, Don Juan y Doña María tuvieron que disculparse con los señores de Cunha y Simoes para evitar mayores males. En total, 318 globos de todos los colores. Para colmo, al culminar la atrocidad, Don Juan Carlos se acercó a la niña anfitriona, le arrebató el cucurucho con el helado de su mano derecha, y se lo comió él. Todavía se recuerda en Estoril la imperdonable contingencia.
Con 13 años, zancadilleó a doña Fátima Monteiro Da Silva en Cascais. Sucedió que la viandante zancadilleada era prima del señor Cunha Vasconcellos, padre de la niña del cumpleaños con globos, y la coincidencia se interpretó como un ataque de la Familia Real Española en el exilio a la afligida familia Cunha. Como consecuencia de la zancadilla, doña Fátima Monteiro Da Silva tuvo que utilizar durante tres días una rodillera amén de aplicarse sobre la rótula golpeada la correspondiente dosis de Terramicina.
Con 14 años, se enamoró en San Sebastián de la hija de uno de los «casheros» del Palacio de Miramar. En concreto, de Mari Coro –en la actualidad Mari Koro–, Usandizaga Ezpeleta. La relación, brevísima y de ventana a ventana, no cuajó. El padre de Mari Coro, Miguel Usandizaga Behovie –de madre francesa–, metió a la pobre niña en un internado de monjas de Burdeos. Y la niña lloró mucho durante la despedida, mientras Don Juan Carlos, dando muestras de lacerante insensibilidad, jugaba al fútbol en el jardín sito sobre el Pico del loro.
Durante su estancia en la Academia General Militar de Zaragoza, bajo la tutela del duque de la Torre, fue arrestado por la superioridad por comentar que la hija de un coronel le había guiñado un ojo cuando desfilaba ante ella. Como afortunadamente, en aquellos años, recibir un guiño femenino no era todavía delito, le levantaron el arresto. No obstante, la hija del coronel fue castigada en casa por el coronel, y la pobre no pudo salir el fin de semana, mientras el Alférez Borbón se paseó por Zaragoza en compañía de sus amigos y compañeros. Otro ejemplo de su insensibilidad.
Siendo Rey, en una cacería de patos, mató patos. Y en las cacerías de perdices cazó perdices. Pero en el rececho de un venado, abatió un gamo, incalificable hecho que le valió, y para siempre, el recelo y la antipatía de la AAG, la asociación de Amigos de los Gamos. Y siendo Rey, en un descuido cuando fumaba un puro, quemó la manga izquierda del vestido que llevaba la diplomática portuguesa Amalia Do Velhoso Monteiro, que resultó ser la hija de doña Fátima Monteiro Da Silva, la de la zancadilla y, a su vez sobrina de Cunha Vasconcellos, el padre de la niña de los globos. El Presidente Mario Soares dio por zanjado el conflicto diplomático.
Y pocos meses antes de abdicar de la Corona, fue inducido a pedir público perdón por cazar un elefante en Botswana, y sufrir un grave percance en el campamento del safari. El Rey había sido invitado y ni un euro le había costado a la tesorería del Estado la caza del paquidermo. Solicitó perdón, pero según algunos de sus allegados, el texto que había preparado para disculparse no encajaba con la recomendación de sus temerosos consejeros. Un texto brutal, por otra parte. «No he estado oportuno y pido perdón a los españoles por haber cazado un elefante. Y les pido perdón humildemente, porque me habían invitado a cazar dos elefantes y sólo abatí uno. Desde Alfonso X El Sabio, los Reyes de España no piden perdón cuando aciertan, y sí cuando fallan. Y erré el disparo al segundo elefante de manera incomprensible. Si no se cazaran elefantes, centenares de ellos ya habrían atravesado a nado el Estrecho de Gibraltar y estarían comiéndose las buganvillas de Marbella. Así, que os pido perdón por haber fallado».
Va a cumplir 80 años. Devolvió la libertad y los Derechos Humanos a los españoles. Firmó una amnistía general. Se pasó de un sistema autoritario a una monarquía parlamentaría. Impulsó la reconciliación y rubricó la Constitución. España se convirtió en una nación respetada en todo el mundo. Desarticuló el golpe de Estado de 1981. Ha sido un gran rey. Eso sí, los terribles hechos que he narrado en el presente texto y el fallo del segundo elefante, emborronan su Reinado.
De todas formas, muchas felicidades y mi gratitud.
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