María José Navarro
Juan Wang
Wang Jianlin (en adelante, Juan) es el tipo más rico de China y ha comprado el veinte por ciento del Atlético de Madrid. Se trata de la primera vez que una empresa de ese país entra en el accionariado de un grande del fútbol europeo y ha tenido que ser en el mío, qué casualidad. Wang, Juan, invertirá cuarenta y cinco milloncejos en una ampliación de capital del club, lo que va a contribuir a reducir la deuda (quinientos cuarenta millones que según cuentan Cerezo y Gil Marín parece que la haya generado la grada), a mantener la competitividad y a abrir la puerta a nuevos patrocinios. Juan tendrá un representante en la Junta del Atlético y mandará niños chinos a la academia de Fútbol del Atleti, donde como ha dicho Cerezo «aprenderán a ser personas normales de educación, de cultura y de deportes». A pesar de la entrada de Juan, Gil Marín mantendrá su porcentaje mayoritario en el club y Don Enrique el mismo que Juan. Juan, por cierto, está detrás de la Operación Campamento de Madrid, un plan urbanístico que ha planteado a las autoridades municipales y que le va a permitir construir, sin necesidad de modificar el uso del suelo, viviendas, dotaciones públicas, zonas verdes, oficinas, comercios y hasta casinos. Suyo es el Edificio España, donde construirá un hotel de lujo. Es decir, el Atlético de Madrid pasará a formar parte de una ruta turística y poblarán nuestras gradas gentes que mirarán el partido como las vacas a los trenes, y saldrán a jugar futbolistas tipo Cristiano Ronaldo. Y entonces no será mi equipo. Luego dirán que viene a salvarnos. Más bien viene a cambiarnos y yo, particularmente, tiraré mi abono al río.
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