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José Ramón Pin Arboledas

La apatía del BCE

La apatía del BCE
La apatía del BCElarazon

Se estanca la economía europea. Alemania, Francia e Italia tienen un PIB negativo en el segundo trimestre. España y Portugal, que en ese mismo periodo crecieron un 0,6%, tienen deflación. Es lógico, en estos dos países sus salarios han retrocedido. Por tanto, para animar el consumo, los comerciantes bajan los precios. En España, el de la vivienda sigue bajando. Cada vez menos, pero baja.

El BCE sigue con el interés de 0,15 «impasible el ademán»; a por uvas. Su política monetaria es conservadora y ortodoxa. Sigue pensando en la inflación cuando el problema es el crecimiento y el desempleo. Ya está claro: las políticas monetarias clásicas –el manejo del tipo de interés– no tienen efecto. ¿Que más da que el básico sea el 0,25 o el 0,15? Aunque fuera el 0%. A esos niveles eso es prácticamente lo mismo.

Esa política ya la intentó Japón y no dio resultado. En cambio, la Reserva Americana probó con la compra de bonos y le dio vida al mercado y al consumo. Se trata de inyectar dinero a la economía de manera directa. Sobre todo si se compran bonos soberanos. Nueva maniobra: compra de bonos soberanos renunciando a su cobro.

Un camino nuevo sería que el BCE compre esos bonos soberanos de los distintos países de la zona euro proporcionalmente, a cada uno según su endeudamiento o su PIB –lo primero podría ser injusto premiando a los derrochadores–. Y luego renunciase temporal o permanentemente al cobro de capital e intereses.

Lo que ocurriría es: a) aumento de circulación monetaria en el euro; b) subida de la inflación –no hay problema de momento, es más, parece conveniente–; c) alivio del déficit de los países de la zona euro –bueno para los gobiernos, que podrían gastar en inversiones generando trabajo–; d) quizás devaluación del euro, lo cual vendría bien para las exportaciones extracomunitarias. La renuncia al cobro podría llevar consigo una serie de condiciones, como el mantenimiento del déficit público según lo pactado. Además, se podría obligar a aplicar esas cantidades en inversiones productivas.

Es una política que nunca se ha aplicado. En realidad, sería una innovación en el campo monetario y la actuación de los bancos centrales. Pero parece que es el momento de aplicar la imaginación en la chata política económica europea. Si Europa no toma el liderazgo con generosidad, ella misma será víctima de su egoísmo. Si Europa no tira, los emergentes tampoco. Es el riesgo de un nuevo ciclo recesivo.

Los países emergentes están frenándose. En parte porque sus exportaciones lo hacen. Si Europa crece, ellos también crecerán. Si Europa se estanca, ellos se frenan y no compran las exportaciones europeas. Se iniciaría un nuevo periodo recesivo. Por tanto, es el momento de aplicar la imaginación. La Reserva Federal americana lo hizo hace tres años. Ahora le toca al BCE. Si no lo hace, ¿para qué sirve? Controlar la inflación de momento no es necesario. Debería ser también un instrumento de relanzamiento de la economía.