Julián Redondo
La calma
La figura menuda de Nairo empequeñece ante los ojos de Froome, que alterna la mirada con el dorsal que se esfuma y el chivato que le envía informes positivos desde el lomo del manillar. Después de 1.490 kilómetros, desde La Pierre Saint Martin sólo ha conseguido un segundo más de ventaja sobre Quintana, que, sorprendido y vencido en los Pirineos, como los demás, le retó en los Alpes.
Tiene el Tour a su alcance, a poco más de dos etapas; comprueba que las piernas no le duelen más de lo normal y que las pulsaciones no se disparan. Chequeo positivo. El keniano destierra el pánico y el colombiano suma segundos de ventaja, sólo segundos. Él ha dejado atrás a Valverde y a Contador. «No problem». El potenciómetro le tranquiliza: «Vas bien, chaval. No te alarmes que las señales que emite tu cuerpo son las previstas». Calma, pues. En su ascenso a La Toussuire escucha los improperios habituales. «¡Estoy limpio!», grita. Sólo le falta avisar a Maribel Medina para que certifique que en sus venas no hay «Sangre de barro». Le resulta más sencillo librarse de los rivales que de las sospechas.
Cruza Froome la meta a medio minuto de Nairo. Los escuderos de los Pirineos no resisten en los Alpes; el Sky parece menos equipo; pero él se defiende sin escolta. Es el mejor. Sólo el Movistar conserva dos hombres en los instantes cruciales y uno de ellos, Valverde, puede ser víctima de la táctica. La fuga de Nibali, pletórico al iniciarla y portentoso al culminarla, le dejará sin podio si no aguanta. Poco más de un minuto les separa y Alpe d’Huez es terreno más propicio al italiano que al murciano.
La «montaña sagrada» escribirá el desenlace y todo apunta a que ese corazón amarillo, envuelto en una caja de huesos, resistirá el último envite del «Escarabajo». A Contador quizá le permitan sus mermadas fuerzas y los rivales dejar impronta de campeón, como Nibali, ahora el mayor enemigo de Valverde, tan preocupado de la amenaza de Alberto que se le escapó el «Tiburón».
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