José María Marco
La caza
A Mariano Rajoy se le puede reprochar cierta insensibilidad ante los problemas reflejados por los populismos, una escasa atención a las demandas de su propio electorado y el cultivo de una posición
–también estética: en el fondo, todos pecamos de lo mismo– de distancia revestida de sentido común. Esto explica la paradoja de que el PP, exhibiendo unos timbres más centristas que nunca, haya perdido parte del centro. Sin embargo, todo esto es poco al lado del legado de los años 2011-2015. Con el Gobierno de Rajoy, hemos salido de la crisis sin tocar las bases del Estado de bienestar, se han realizado reformas de carácter estructural, se ha acabado con la corrupción, se ha empezado a racionalizar el Estado, se han apuntalado instituciones clave, como la Monarquía, y se ha reducido considerablemente el déficit. La sociedad española ha cambiado en estos años, para bien.
Pedir la dimisión de Rajoy no responde a una realidad social ni económica. Responde a un proyecto político difícil de entender si no se tienen en cuenta otros hechos. Uno es que el PSOE –simbolizado por Sánchez– ha perdido la posibilidad de llegar al poder por sí solo y la única compensación es evitar un gobierno del PP. La otra es la emergencia de unos políticos de apariencia juvenil, cuya baza principal es la renovación generacional (con algunas de las reformas que el PP dejó aparcadas estos años).
Mariano Rajoy, tan reticente a la exposición, se encuentra así convertido en la pieza clave. Pieza que hay que cobrar, como quien se cobra el animal más valioso en una partida de caza. La caza al hombre no es rara en política. Aquí la vimos con Maura, luego con Azaña, con Suárez y con Aznar. Permite definir la propia posición sin necesidad de muchas explicaciones y nunca requiere pasar por las urnas. Basta la intriga más o menos palaciega, como la defenestración de Maura o la de Suárez, tan admirado por Rivera. Detrás siempre hay un proyecto más serio, que se resume en desacreditar la posición política de la presa. Si el Partido Popular aceptase el descabezamiento de Rajoy, quedaría humillado y tocado como partido de gobierno. Eso tendría repercusiones graves en todo el sistema, pero eso importa poco a quienes tienen por único objetivo acabar con la carrera política de Rajoy. Ciudadanos debería pensar en qué operaciones está dispuesto a embarcarse.
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