Restringido
La deuda de Madrid
Dentro del afán revisionista de los nuevos partidos que se han incorporado a las instituciones tras las últimas elecciones municipales y autonómicas, se hace especial hincapié en el análisis de la deuda de las administraciones con gran demagogia y desconocimiento, y lo que es peor, con gran daño para la propia solvencia y credibilidad de las mismas frente a acreedores e inversionistas y el propio mercado financiero, sin el cual es imposible funcionar, prestar los servicios, al igual que ocurre con cualquier empresa, negocio o incluso la economía familiar.
Los años de durísima crisis que hemos vivido –y que hoy seguimos padeciendo en menor medida– han hecho que los recursos disponibles fueran cada vez más escasos, lo que ha obligado a buscarlos en el mercado financiero, al mismo tiempo que se tenía que ajustar y priorizar el gasto público.
En ese contexto, la Comunidad de Madrid se ha mantenido como la región menos endeudada de España, pese a estar gravemente perjudicada por un sistema de financiación que le detraía 1.000 millones de euros cada año, –lo que equivalía al 0,5% de su PIB–, y a tener que aportar hasta el 2% de nuestro PIB para financiar los servicios públicos básicos de Sanidad, Educación y Servicios Sociales del resto de regiones españolas, lo que suponía un total de casi 4.000 millones de euros menos para financiar sus propios servicios básicos.
Y además lo ha hecho aplicando una política fiscal que ha hecho que Madrid tenga los impuestos más bajos de toda España en todos los tributos que gestiona, lo que a su vez le reportó mayores ingresos que cuando esos tributos tenían tipos más altos, especialmente tanto en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones como en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas.
Ese menor endeudamiento de la Comunidad de Madrid no le ha impedido mantener y mejorar los servicios públicos, hasta poder afirmar que son los mejores de toda España. Se ha construido más de 100 Km de Metro, un centro educativo cada semana, un centro de salud cada mes, 12 nuevos hospitales, se ha duplicado la Renta Mínima de Inserción para ayudar a los que lo han perdido todo, se han construido más residencias para atender a mayores y dependientes, se ha implantado el bilingüismo... Para hacer esto posible, se hicieron ajustes en el presupuesto, y se destinó el gasto y las inversiones allí donde eran más necesarias para atender a los más necesitados, hasta llegar a dedicar al gasto social el 90% del total de su presupuesto. Sólo el gasto sanitario suponía el 50% de todo el presupuesto de la Comunidad de Madrid.
A todos nos gustaría no tener déficit y que nuestros ingresos y nuestros gastos se equilibrasen para no generar deuda. Y ese tiene que ser un objetivo prioritario para hacer a nuestro país más competitivo y no lastrar nuestra economía ni a las generaciones futuras. Y sobre todo para garantizar la permanencia de nuestros servicios públicos y de nuestro Estado de bienestar en el futuro.
Pero lo que no es posible en nuestros días es seguir vendiendo un discurso demagógico a los ciudadanos detrás del cual solo hay engaño, desconocimiento o mala voluntad, y cuya aplicación lleva al desequilibrio y a la quiebra. Se quiere que no haya deuda, pero se quiere incrementar el gasto público. ¿Cómo es eso posible? Pues subiendo los impuestos que tenemos o creando otros nuevos que drenan recursos a las familias, a las empresas y a los particulares, o con el descaro de diferenciar la que denominan deuda ilegítima –que por supuesto es la que ellos deciden por si mismos–, de la deuda legítima, como si esa inventada distinción fuera algo que condicionara la posición del acreedor para exigir su cobro.
La realidad es clara. Entre el inicio de la crisis en 2008 y hoy, la deuda de la CAM ha crecido 8,1 puntos del PIB, 3,1 puntos menos que la de Canarias, que es la siguiente que menos lo ha hecho, y 7,5 puntos menos que en Andalucía y 15,8 puntos menos que lo que ha crecido en Cataluña.
Eso mismo resulta si lo que analizamos es la evolución de la deuda desde el año 2003, donde en Madrid ha subido en 6,9 puntos frente los 14,2 puntos de Andalucía y los 26,7 puntos de Cataluña.
Al final de la legislatura que ha concluido en mayo de 2015 la deuda de Madrid se ha situado en el 13,3% del PIB, frente al 21% en Andalucía y el 33,9% en Cataluña. Para que no haya más deuda es necesario que se cumpla el principio de estabilidad presupuestaria –que los gastos no financieros no superen los ingresos no financiero–, evitando así que haya déficit. Ello exige hacer un esfuerzo de gestión muy serio para que no se prometa, se comprometa y se gaste lo que no se puede pagar con los ingresos que uno tiene, como hace cualquier familia con su economía. Y también que el modelo de financiación deje de castigar a Madrid hasta el extremo de que generando recursos suficientes para pagar y mejorar sus servicios con lo que aportan con sus impuestos los madrileños, se vea privado de los mismos en favor de los que generan de manera recurrente déficit, haciendo que Madrid se vea abocado a incurrir también en el mismo. Pero hasta que esto sea posible, y mientras haya déficit, habrá deuda, y ésta, habrá que pagarla, pues lo contrario es irresponsable, ilegal y letal para nuestra económica.
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