Presidencia del Gobierno
La dificultad de gobernar
No parece fácil que la situación política en España se normalice, incluso aunque se produzca la investidura del líder del PP. Basta repasar los asuntos pendientes que tiene nuestro país, y asusta pensar en el horizonte que se avecina. El giro de los actuales responsables del PSOE y sus principales líderes territoriales a favor de la abstención no deja claro qué ocurrirá a partir de la formación de un Gobierno en minoría, y si la racionalidad que parece imponerse se extenderá a otros asuntos igualmente importantes. La semana pasada, en las votaciones parlamentarias hemos visto que se ha impuesto en más ocasiones el acuerdo PSOE, C’s y Podemos que el apoyo al PP, lo que hace presagiar qué ocurrirá cuando el Gobierno eche a andar.
Uno de los grandes retos a corto plazo es el desafío soberanista en Cataluña, que sigue avanzando con determinación con la aprobación por el Parlamento de la Ley de Transitoriedad Jurídica al nuevo Estado y un referéndum de independencia en septiembre de 2017 y elecciones constituyentes seis meses después, además de las declaraciones de sus responsables políticos de no acatar las decisiones de los tribunales o de romper públicamente a la puerta del ayuntamiento la disposición que obliga a respetar la Fiesta Nacional. La vía judicial, pese a las imputaciones de Mas y algunos consejeros y las nuevas actuaciones solicitadas por la Fiscalía y la Abogacía del Estado, se han revelado insuficientes. Se requiere una actuación política de mayor calado que incluya una reforma legal que permita al Gobierno actuar de manera ejecutiva frente a los actos, declaraciones, acuerdos y actitudes de quienes cada día van un poco más lejos, al margen de aplicar el artículo 155 de la CE previsto al efecto y otras medidas económicas que se han dejado pasar cuando el Gobierno ha tenido fuerza para hacerlo.
La contención del déficit público y su reducción exigida por Europa, la reducción de la disparatada deuda pública, la insostenibilidad de la Seguridad Social y el Régimen de Pensiones actuales, la financiación de las administraciones públicas, etc, son asuntos igualmente importantes que no pueden esperar más tiempo.
Esperemos que la sensatez se imponga en el PSOE definitivamente y se puedan alcanzar acuerdos en los grandes temas que afectan a nuestro país, y que C’s se sume, sin dejarse arrastrar por la postura fácil de una oposición que tiene como única prioridad desgastar al Gobierno y competir por ser el más progre y radical de la izquierda.
El voto a favor del suplicatorio del ex consejero Homs por parte de Podemos en el Congreso de los diputados deja muy clara la posición que puede esperarse de este partido –más allá de la llamada a las barricadas de Pablo Iglesias–, que ha pasado de criticar este privilegio de la «casta» a defenderlo en este caso con tal de no perder poder en Cataluña, aunque se quiebre España.
La exclusión que ha hecho el PNV del PP en la mesa del Parlamento vasco prefiriendo su alianza con el PSE aventura también dificultades para articular una mayoría desde el Gobierno con un partido nacionalista que, aunque aparentemente moderado, tiene el mismo objetivo que el nacionalismo catalán.
Celebramos que haya Gobierno. Es una condición necesaria, pero no suficiente. Esperemos que el calvario sea responsable y permita abordar con rigor y eficiencia los temas pendientes. Y que el Gobierno no ceda a la presión y al chantaje de la oposición a costa de los principios y valores por los que los ciudadanos les dieron su apoyo sólo por lo insufrible de aquél y por mantenerse en el poder.
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