Real Madrid

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La diva y los divos

La Razón
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El dominio de la situación es primordial cuando la obra engulle al personaje. El Celta ha absorbido al Madrid, ha rebajado sus expectativas y ha destrozado sus planes. No es el drama descrito por William Munny en «Sin perdón» al explicar lo que ocurre al cambiar a la gente de barrio: «Cuando matas a alguien no sólo le quitas todo lo que tiene, sino también lo que podría llegar a tener». Al eliminarle, plantea dudas sobre las posibilidades en Liga y Champions. Lo que antes era una pista de aterrizaje, tras el «KO» es un pista americana. Y, sin embargo, Zidane no pierde la compostura ni los nervios. Superados el equipo y él en el terreno de juego, en la sala de Prensa impone su serenidad y su temple. Defiende a los suyos, hace propósito de enmienda y se mentaliza para la siguiente batalla. Con la elegancia que desplegaba vestido de corto, responde a las preguntas.

En el auditorio «Víctor Villegas» de Murcia, espléndido mientras la Nueva Condomina se eleva en el horizonte cual bulto sospechoso, concierto mayúsculo de Ainhoa Arteta con la sinfónica y el coro de la UCAM. Despliegue de talento, dominio de la voz y de la escena. Desliza notas de zarzuelas y atrapa; brota de su garganta el aria «O mio babbino caro», de Puccini, y cautiva. La soprano, brillante, majestuosa, emociona como el Madrid de Zizou a sus correligionarios cuando conquistó la «Undécima».

Pero ese Madrid no es constante, no cuaja: encadena 40 partidos invicto, tutea al Barça, aniquila al Atlético, elimina al Sevilla y da la nota frente al Celta. Sin equilibrio ni grandeza, sobran lesionados y jugadores sin compromiso. Cuando la diva interpreta, cuando canta, estremece; «ZZ» y sus divos combinan pinceladas y brochazos. Advierten del estacazo con éxitos pasajeros. Sucumben por frágiles. No tienen perdón. Ainhoa Arteta, en cambio, es otro cantar.