
José María Marco
La guerra absurda de Hamas
Desde una cierta perspectiva, los terribles hechos de la Franja de Gaza no servirán de nada. La situación humanitaria es catastrófica y las víctimas civiles abrirán heridas que no se van a cerrar pronto. Es posible que la población palestina se radicalice en Gaza y en Cisjordania. Por el momento, Mahmud Abás, el líder de la OLP, tendrá más dificultades para representar al conjunto de los palestinos. Por si fuera poco, las imágenes que vienen de Gaza contribuirán a suscitar más animadversión contra Israel en los países musulmanes y en la opinión pública de los países democráticos.
La ofensiva israelí, sin embargo, era imprescindible para acabar con el bombardeo sistemático –y delirante– de misiles realizado por Hamas desde Gaza. El Gobierno israelí se habría ahorrado la intervención terrestre, pero era indispensable para acabar con los túneles que amenazan Israel. También ha puesto de relieve la ciudad subterránea construida por los terroristas, evidentemente con dinero de la ayuda internacional destinada a fines muy distintos. La intervención tiene también por objetivo debilitar a Hamas, cuya única razón de ser es la destrucción del Estado judío. Indica el precio que se paga cuando se pone el propio destino en manos de una organización terrorista, como hizo la población de la franja de Gaza en las elecciones de 2006. Y aunque debilita a Abás por ahora, tal vez después del alto el fuego Abás se replantee su negativa a llegar a ningún acuerdo con el Gobierno de Israel, que ha sido su línea en sus nueve años de gobierno.
Quienes desean evitar más atrocidades deberían por tanto calibrar hasta qué punto los sentimientos, inevitables, pueden llevar a resultados contraproducentes. Por ejemplo a hacer creer a los terroristas de Hamas (y a los yihadistas de fuera de Gaza) que resultan rentables estrategias como las de utilizar a civiles, a enfermos y a niños como escudos humanos. Las elecciones morales son terribles en estos casos, pero la comunidad internacional, y en particular el Gobierno español, no puede premiar a asesinos como esos. Y tampoco puede ignorar el esfuerzo del Ejército israelí por intentar salvar vidas humanas mediante avisos, lanzamiento de pasquines e incluso llamadas telefónicas. No hay ningún ejército en el mundo, salvo quizás el español, que esté dispuesto a hacer algo semejante. Para no empeorar aún más las cosas, hay que tener claro que la única posibilidad que tiene Hamas de salir airosa de esta guerra absurda es provocando la matanza masiva de palestinos. Y es lo que está haciendo.
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