Festival de Cannes
La mirada del otro
Dicen que en el fondo de la mirada es donde zozobran todos los sueños. La mirada de las personas que vivieron el 13-N es idéntica a la de aquellos que vivieron el 11-S, el 11-M, el 9-J. Muestran la misma sensación de pérdida, de impotencia, de ausencia, de no entender nada. Hay días en los que todos tenemos la misma mirada, días en los que compartimos el naufragio de un sueño, cuando nuestra mirada es la mirada del otro.
Con esa mirada escrutamos las mismas imágenes que se suceden cuando un iluminado decide dejarnos a oscuras: cuerpos tendidos en el suelo cubiertos con un manto dorado, personas colgando del vacío huyendo de una muerte segura, luces rojas y azules de las ambulancias que no dan abasto para tanta barbarie, cordones policiales y el eco de sirenas que demuestra, como decía el historiador Theodore Zeldin, que el ruido del mundo está hecho de silencios. En esos momentos sólo cuenta la mirada. Quizá por eso la imagen de un ojo lloroso con la bandera francesa como iris se convirtió en viral.
Todos almacenamos lo mismo en el fondo de nuestra mirada. Todos menos los asesinos, que no ven ni miran, sólo braman su grito de guerra: «Alá es grande», un dios que, de existir como el resto de las deidades, preferirá no ver cómo cada vez que vociferan su nombre en medio del terror le hacen más pequeño. Dice un proverbio árabe que quien no entiende una mirada tampoco entenderá una larga explicación. Sigamos hablando con la mirada mientras otros gritan sin voz.
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