Atlético de Madrid
La puta y la Ramoneta
Unos, los de la Juventus, buscan la Tercera tras seis finales fallidas y otros, los del Madrid, la Duodécima. La docena invoca magnificencia, grandeza, sin paliativos; un Eve-rest inaccesible para Kilian Jornet, que lo ha hollado dos veces en seis días.
Y en el punto de partida, la Séptima, el Amsterdam Arena, el gol de Mijatovic y la foto de Pepe Caballero a los jugadores juventinos, derrotados, comiendo un tentempié en los banquillos del coliseo vacío, después de regalar a los vencedores el champán que reservaban para su celebración, la fiesta que cambió de domicilio. Cardiff promete emoción y augura nula certeza: Allegri renuncia al papel de favorito que le otorgan sus aficionados y Zidane destierra la euforia, actitud que tan buenos resultados le ha proporcionado. Soñar, sueñan los dos entrenadores. Saben lo que quieren, ganar. Ojalá Griezmann, el finalista que pudo ser y no es, también fuera tan claro en sus deseos. Ojalá Antoine, como le llama Mourinho, dejara de jugar a la puta y la Ramoneta, ese dicho catalán tan socorrido que rescató Quim Monzó –y utilizó Jordi Pujol– al referirse a CIU, aquel partido del que no queda ni el logotipo.
Con Simeone el Atlético ha jugado dos finales de Champions frente al Madrid, que le ganó ambas y que le eliminó una vez en cuartos y otra, tan reciente que supura, en semifinales. El Cholo, que apuntó a la capitulación después del chaparrón gélido de Milán, no se rinde y, como Zidane y Allegri, también sueña; él, con la Primera. Y con un equipo mejor, con una delantera formada por Diego Costa, Vitolo y Griezmann, si el TAS permite fichar (y Sandro, Ceballos...) a los dos primeros y el tercero renuncia a la ambigüedad, deja de jugar con dos barajas y de confundir al seguidor rojiblanco, más pendiente de esa decisión crucial para su futuro que de la batalla de Gales.
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