La tragedia evitable

No es ciencia ficción. Lo era hace tres o cuatro años, y quizá menos. Pero hoy, Pablo Iglesias ha comprado opciones reales para, mediante un pacto a la desesperada, acceder al Gobierno aun representando a una fuerza derrotada por el PP. La esencia de la democracia es la existencia de alternativas de poder, pero, ¿a qué precio? No hay que irse tan lejos, a Venezuela. Basta con observar lo que el «Podemos griego», Syriza, está consiguiendo para las clases medias y bajas: más de medio centenar de empresas quebradas diariamente y más de medio millar de despidos. ¡Toma logros! En una economía pequeña que, por añadidura, ha propiciado la fuga de capitales.

Más cerca aún. ¿Qué están provocando las denominadas alcaldías del cambio si no es desinversión, agresiones a las posibilidades de crear riqueza o daño en el tejido productivo? Toda convocatoria electoral implica para cualquier sujeto con derecho de sufragio una responsabilidad, pero hay grados. La que encaramos los españoles es mayúscula. No ha sido fácil ni rápido sacar a la embarcación de la tormenta. Lo hemos pagado en términos de sacrificios, ajustes, apreturas... Una operación de supervivencia aún inacabada. Hoy es evidente que la amenaza de la conquista del Ejecutivo (¿qué ocurriría con los otros dos poderes?) por parte de los neocomunistas no nos conduce a un escenario desconocido, sino ensayado: menos libertad y menos bienestar. Fulminantemente. ¿Estamos dispuestos?