Angel del Río

Llega el tijeretazo

La Razón
La RazónLa Razón

El Ayuntamiento de Madrid no se ha atrevido a desvincularse por completo de esa tradición secular que es la Semana Santa madrileña. Los podemitas se lo han pensado antes de hacer un ejercicio de laicismo extremo. Tanto como para aplicar su programa de recortes por primera vez, ése que no aplican a la hora de las contrataciones de personal de confianza y otros gastos propios del nuevo estilo de gobernar y administrar los recursos públicos. La contribución del Ayuntamiento a los eventos musicales de la Semana Santa, ha pasado de los 215.000 euros del pasado año a 150.000, lo que significa que se va a organizar la mitad de conciertos de música sacra, que constituyen una tradición religiosa y cultural dentro de la Pascua madrileña, hasta ahora equiparable a las mejores de España, y que por encima de la fe y las tradiciones, significa también un incentivo turístico. Muchos se preguntarán a qué se debe esa drástica reducción en el presupuesto. Pues el argumento aportado no puede ser más mezquino e insólito: equipararlo al gasto que se destina a las actividades del Ramadán. Es lógico, teniendo en cuenta que el número de musulmanes en Madrid es el mismo que el de católicos. Lo peor de estas cosas que están pasando con el Gobierno de Manuela Carmena, es que nos toman el pelo con la intención de que no nos demos cuenta. Quieren hacernos comulgar con ruedas de molino, o lo que es lo mismo, equiparar la Semana Santa con el Ramadán a la hora de hacer las aportaciones económicas municipales, por aquello de la «igualdad de religiones». La Semana Santa madrileña tiene este año un paso más, el de la caída presupuestaria, y una estación nueva, la del recorte de la pasión por las tradiciones. Por si todo esto fuera poco, en la portada del programa oficial de actos, no figura ninguna ilustración que tenga que ver con las históricas y solemnes tallas y pasos religiosos; simplemente, una secuencia de capirotes. Eso sí, rojos, por si acaso. Al menos han tenido el detalle de que no fueran morados los capirotes, color oficial de Podemos. Aunque, para el año que viene, todo se andará.