Presos
Lo que ETA da
Hace unos días lo que queda de ETA anunció que el 8 de abril iba a hacer una «performance» con observadores en la que iba a contar dónde tiene sus pistolas y el explosivo caducado que todavía no han levantado los franceses. Seguro que hay por ahí armas que pueden dar pistas sobre asesinos. Seguro que esas armas no aparecen en los zulos que descubrirán. No sé si será con la modalidad de ir al monte como quien va a por setas o con un plano y pistas como los jóvenes castores. Por favor que no repitan la escena de 2014 con los dos «verificadores» con cara de panoli repasando una lista como quien comprueba que no le han pegado un palo con la cuenta en el chiringuito. Todo con dos encapuchados posando y sobre la mesa tres armas cortas, una más larga, Pentrita y diverso y escaso material para matar. A finales del año pasado, Francia abortó cualquier posibilidad de foto con arsenal dando un palo importante y dejando claro que ni París ni Madrid van a participar en ese sepelio al que solo los propios quieren dar colorín. Así que nos preparamos para los dos escenarios que se avecinan. El primero, el de la colaboración con la Justicia. Hay centenares de asesinatos sin resolver. No tengo ninguna esperanza de que este final suponga también el final del camino del dolor para esas familias. Y luego está la vía política. El PNV se ha sumado a este anuncio con una soltura que no demostró en el acuerdo que se cocinaron Zapatero y Otegi. Eso es una pista de la vía política que nos espera. El nacionalismo vasco aprendió en el enjuto moflete de Ibarretxe que cuando vas de cara existe el riesgo democrático de que te la partan. Ahora se comporta con una habilidad democristiana clásica, capaces de estar en misa, repicando y echándose un pitillo en los soportales con Alfonso Alonso. Así que si esta legislatura dura la alianza se va a sellar con apretón de manos y con la misma a pedir. Las infraestructuras se dan por pactadas –¡será por dinero si vamos con crecimientos del 3%!–, pero queda el rastro de lo que puede interpretarse como una contraprestación, la gestión de prisiones o el acercamiento de presos. Cualquier precipitación en estos capítulos, que vendrán, pueden ser letales. El serrín no borra el rastro de sangre, sólo lo tapa para que las conciencias con suela de goma no sientan ni vean cuando salen al jardín.
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