Alfonso Ussía

López

La Razón
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He conocido a muchos López con el nombre de José o Pepe. Tuve un profesor de Geografía –don José López–, al que llamábamos sus alumnos «Pepe el Lamentoso» por su inabarcable capacidad para el pesimismo. Entraba en la clase, nos incorporábamos de nuestros asientos –en aquellos tiempos los profesores eran siempre respetados–, y cuando nos invitaba a sentarnos exclamaba: –¡Para qué tanta Geografía si la bomba atómica nos va a pulverizar a todos!–. Era Pepe López, natural de Honrubia de la Cuesta (Burgos), uno de mis inmediatos compañeros de literas en la Mili. Nadie en el mundo ha robado las cañas de salchichón como aquel burgalés inolvidable. Cuando entraba un recluta con un salchichón en la compañía, a López se le ponía hocico de jabalí, y seguía el rastro hasta conseguir el botín que posteriormente consumíamos sus allegados. José López, apodado profesionalmente «Joseph Magic», fue –se suicidó– un estimable titiritero. Su educación y buen aspecto le abrieron muchas puertas. Tenía un guiñol y lo contrataban para las fiestas de sus hijos los matrimonios jóvenes más adinerados de Madrid. Pero su guiñol no se adaptó al cambio anímico y sentimental de los niños. Su número principal era «Caperucita y el Lobo». Cuando aparecía el lobo, los niños gritaban y alertaban a Caperucita. Pero un día, en un «cumple», los niños aplaudieron al lobo y abroncaron a Caperucita. «Joseph Magic» no asimiló el cambio, y se quitó la vida de la noche a la mañana. Y José López, Pepón López, fue «caddy» de uno de los grandes clubes de golf de Madrid, y entre el hoyo 10 y el 12 se cepillaba entre los arbustos y encinas que daban guardia a las calles y «greens» a las mujeres de los socios. –¿Qué tal ha jugado hoy mi mujer, Pepón?–, le preguntaba el cornudo. –Divinamente, señor marqués, cada día lo hace mejor–. En mayo de 1955, se publicó una esquela en un diario de provincias –así los llamaban–, en la que se leía: «Don José López y López falleció en Campoamor el día 3 de mayo de 1955. Sus desconsolados esposos, don Luis, don Andrés, don Justo y don Faustino, ruegan una oración por su alma».

Grandes y vibrantes. Pero su nombre y primer apellido, López, hijo de Lopo, se ha ensuciado por un tal José López, Alcalde de Cartagena gracias a los votos de «Podemos», que insulta, hiere y ordena a la Guardia Municipal cartaginense desalojar del salón de plenos del Ayuntamiento a sus propios compañeros de partido. Un José López de aspecto esencialmente ridículo, que asusta con su proceder y abre a la imaginación lo que sería capaz de hacer en el caso de poder resolver sobre las vidas y haciendas de sus ciudadanos. En el fondo, este López de «Podemos», es un López sincero que no se adhiere al disimulo de sus compañeros de banda. –«Usted se calla, usted es muy cortito, usted no tiene nada que decir, aquí mando yo, y si usted compañera no está de acuerdo con mi proceder, a la calle, y que lo que Stalin nos dio, San Lenin nos la bendiga». Un López muy deleznable, escrito sea con la mayor cordialidad posible.

Sucede que también el PSOE apoya a López. El problema del PSOE es que de Rodríguez –hijo de Rodrigo–, ha saltado a Sánchez –hijo de Sancho–, y por arruinar a España desde sus municipios aceptan a cualquier atrabiliario para herir la dignidad de sus ayuntamientos. Cartagena es una preciosa ciudad marina, de la que guardo recuerdos de mar macho y España grande que jamás se desprenderán de mi sentimiento. En España, con excepciones, los marinos vienen de Cádiz, del Ferrol y de Cartagena. Navegan entre enemigos. Pero una cosa es la enemistad y otra la grosería. A este López hay que decirle que Cartagena es una ciudad gloriosa, militar, decente y hermana de la lealtad y la buena educación.

No puede ser su Alcalde este López absurdo y estalinista. Puede ser divertido para sus amigos, pero no Alcalde de una ciudad digna y patriota. Es un déspota necio y grosero.

Claro, el PSOE y «Podemos», la pinza del rencor.