Financiación autonómica

Los que comen aparte

La Razón
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«El que quiere comer aparte es que quiere comer más» solía apuntar Pepe Bono en sus mejores tiempos de barón socialista, a la hora de esgrimir argumentos frente a una permanente reivindicación de más competencias por parte de los ejecutivos nacionalistas vasco y catalán que en el caso de este último se han tornado en algo ya más radical que un mero aumento en las capacidades de autogobierno. Los presidentes regionales bien socialistas o bien populares nunca han ocultado su prevención, ni ante el Gobierno central de turno, ni ante las direcciones nacionales de PP y PSOE a la hora de señalar esa actitud de «trato preferente» por parte de los mismos que no han acudido a la Conferencia de Presidentes.

Con independencia de las conclusiones de ayer, no puede resultar más indicativo el contenido de esa carta enviada por el «president» Puigdemont al presidente Rajoy justificando su ausencia en la cumbre del Senado por considerarla sólo una «puesta en escena que no conlleva resultado satisfactorio alguno». Pedazo de paradoja aludir a convocatorias para la galería y puestas en escena por parte de quien encabeza, a día de hoy, un movimiento desde hace años sostenido en su quimera independentista precisamente en actos en muchas ocasiones ilegales de cartón piedra, de absoluta vacuidad y de enunciados en las antípodas de los problemas reales de los ciudadanos. Persistir en el empeño de un referéndum ilegal aun sacando cajas de cartón a las plazas y esquinas, movilizar a mucha gente de buena fe –incluidos niños en alguna ocasión– en busca de una impactante fotografía de portada, promover leyes con destino de vía muerta en el «parlament» o mostrar a los corresponsales extranjeros una supuesta realidad que cada vez compran menos, sí es lo más parecido a puestas en escena.

Aun siendo cierto que Urkullu siempre podrá jugar con el posible apoyo del PNV a los presupuestos generales a la hora de negociar mejoras para Euskadi –dando por sentado que el concierto y el cupo no se tocan ni en el más lejano universo paralelo– y que el problema catalán ha obligado a un puente aéreo permanente para la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, no es de extrañar que ayer, al margen de la importancia de vislumbrar un nuevo sistema de financiación, el malestar de las quince delegaciones autonómicas asistentes a esta cumbre fuera más que patente. La patada del desplante pudo ser para Rajoy, pero en el trasero de los jefes de Gobierno regionales.

La ausencia de quienes en efecto se puede pensar que pretenden «comer aparte» no debe sin embargo restar mérito a lo impulsado ayer. Esta conferencia fue de inicio para su creador «ZP» un divertimento político de los que ni aportan ni molestan, como aquella ocurrencia también suya de la «alianza de civilizaciones», pero ahora, además de abrir el necesario melón de una reorganización territorial más solidaria y coherente, le brinda a Rajoy todo un regalo en bandeja de plata de cara a su «bilateral» con Puigdemont: unos acuerdos con quince presidentes a los que no podrá dar la espalda.