Elecciones en Estados Unidos

Los Trump españoles

La Razón
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La sorpresa del resultado electoral americano implica algunas lecciones, también para los políticos. Y la primera es sin duda que lo correcto ha dejado de ser una opción, al menos en la vida pública. Ya sé que lo que parecían salidas de tono u ocurrencias disparatadas del candidato presidencial eran algo muy pensado y elaborado por sus asesores, y también que los medios de comunicación estadounidenses y mundiales hemos entrado a esas provocaciones como si nos fuese la vida en ello. Pero, mientras tanto, un político anodino y que producía rechazo hasta en sus amistades se iba abriendo camino hasta nada menos que el Despacho Oval. En España, cada vez que un político concede una entrevista –no digamos nada si es en televisión- repasa mentalmente las cosas que no debe decir. Y no es que eso sea malo. El problema a veces ni siquiera es él, sino sus asesores que diseñan unos mensajes anodinos para los electores. Llevamos muchas sorpresas: los plebiscitos sobre el Brexit, la paz en Colombia, las elecciones españolas del 26-J y ahora esto. Y los mensajes de los perdedores siempre han sido blandos, carentes de reflexión, faltos de argumentos como si los votantes vinieran del País de Alicia.

Trump ha señalado los problemas reales y, aunque sus soluciones fueran disparatadas, los muros que soñaba construir o las industrias que quería recuperar llegaban de forma clara a sus votantes.

Desgraciadamente, esos mensajes son los que utiliza –también desde la televisión– el populismo europeo de izquierdas y de derechas. En España el paradigma es Pablo Iglesias, que es capaz de cambiar de mensaje y solución en función del día de la semana o de la estación: todo vale para conseguir el voto. O Pedro Sánchez, que fue capaz de cambiar la ideología de su partido en función de lo que él pensaba que le beneficiaba. Así le fue. Porque el populismo no siempre acierta... afortunadamente. Y no acierta porque frente a sus artimañas hay que desenmascarar su impostura con sus mismas armas. Y aquí es donde algunos políticos correctos no se atreven. Pues que se enteren; las cosas han cambiado y frente a la manipulación sólo existe un arma: los principios y valores que la tele no puede cambiar. Ya no vale decir cosas. Hay que vivirlas y explicar por qué merece la pena luchar por ellas. Que tomen nota.