Rosetta Forner

Madurez

La Razón
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Confieso no haber visto el debate en televisión. No tengo preferencias. Simplemente uso el sentido común. Soraya Saenz de Santamaría está sobradamente preparada, y tiene experiencia en el tema político. Al contrario que ‘Pablemos’ -como le ha bautizado un conocido periodista-, que sólo sabe de demagogia para mentes inmaduras, crédulas y hambrientas de falsas promesas. La izquierda está empeñada en tener superioridad moral. Y, la derecha en que sólo hablen de ella sus obras, obviando que necesitan una comunicación que les acerque y haga humanos a los ojos de la sociedad. Los votantes deben poder valorar el trabajo hecho a la par que conocer el lado oscuro. La gente asertiva asume sus aciertos y sus errores, se responsabiliza de ambos y lidera su vida. Una sociedad madura no necesita políticos que le mientan, no los permite, los echa. Empero en España, el PSOE sigue con un discurso ajeno totalmente a la realidad que crearon en este país. Cierto es que Pedro Sánchez es atractivo –recuerdo la primera vez que coincidí con él en una tertulia en la tele: las mujeres se pirraban por él-. La guapura es un valor en alza cuando se es actor, como en el caso de George Clooney. En cambio cuando se trata de ser un buen gobernante, debe darnos igual si es simpático, antipático, guapo o feo. Lo que de verdad importa es que sea íntegro, honesto y profesional en lo suyo. La madurez psicológica en un individuo sirve también para separar el grano de la paja, esto es, valorar lo que puede ser valorado, cuestionar lo que debe ser cuestionado, criticar con argumentos lo criticable, y dudar de aquello que no se tiene suficientes pruebas. Albert Rivera tiene madera de líder, según se han empeñado en transmitirnos. Empero, su partido ha apoyado al PSOE de los ERES fraudulentos en Andalucía. Por consiguiente, ¿hay algo que no cuadre en todo esto? La madurez democrática es necesaria para que no nos den gato por liebre y nos hagamos las preguntas oportunas. La madurez tiene que ver con asumir riesgos, por eso una sociedad democráticamente madura sabe que las cosas no son siempre lo que parecen.