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La Razón
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Hola, muy buenas. Vengo a hablar bien de Piqué. De Gerard, sí, como lo leen. Vengo a decir que no hay derecho que se canten las cosas que se cantan, que insulten gravemente a su mujer, que la humillen hasta extremos insospechados, que impriman en una pancarta calificativos asquerosos y repugnantes, machistas, denunciables. Me espanta que deseen la muerte de su hijo, eso es cruzar todos los límites imaginables. Pero Tebas piensa que es peor mandar callar. A mí me da igual si Piqué es independentista, si es listísimo, si tiene un coeficiente intelectual que ya lo quisiera mi familia y yo misma, si luce los ojos más azules del globo terráqueo o si calza un cuarenta y cinco. Pero parece que a Tebas no se le olvida nada. Es más, la sensación es que está demasiado pendiente de Piqué. Mandar callar está feísimo. Lo estaba incluso cuando lo hizo Raúl González Blanco en el Nou Camp pero eso parece que se le ha olvidado a Tebas. Gerard Piqué es cargante, es faltón, aprovecha la ausencia absoluta de decencia de la grada radical del Espanyol para cargar contra todo el Espanyol y usa torticeramente la condición de Sociedad Anónima Deportiva del Espanyol para señalar su desarraigo. Sabe que miente, que su club participó en esa ley del deporte de mierda que hizo unos distingos lamentables. Piqué es mejorable, pero peor es que Tebas no se fascine por Italia para siempre.