Navidad
Más violentos en Navidad
¡Qué le vamos a hacer! Tampoco esta vez nos ha tocado la lotería, solo nos queda recrearnos en la buena estrella del necesitado que ya no lo será en 2017. Reconfortan las imágenes de abuelos madrileños en su residencia agraciada con el Gordo, brindando los mismos murcianos que anteayer se lamentaban de las inundaciones, bailando los granadinos y sus décimos y, en general, exultantes todos los premiados confesos en las calles, a lo largo y ancho de esta España en la que existe una facilidad colectiva, innata, para olvidar las penas cada Navidad. Las ahogamos en los comercios. Somos, de hecho, el país europeo que más gastará estos días festivos: 682 euros de media, la cifra más elevada desde 2009. Pequeño gran detalle indicativo de que vamos recuperándonos de la crisis... O de que somos unos inconscientes.
Con estas buenas sensaciones acabamos un año en el que te confieso que mi foto de diciembre, con todos sus defectos, sale risueña. A las personas tóxicas e inseguras les deseo lo mejor. Parafraseando a Madonna, «vuestro machismo nos hizo más fuertes». Ya sabemos que el tiempo, por lo general, pone a cada cual en el lugar que le corresponde aunque a veces el maltrato, en escenarios íntimos, degenere en crímenes.
En estas fechas, con sus cenas navideñas y sus explosiones sentimentales regadas en alcohol, suelen repuntar los casos de violencia de género. Jamás sospecharías de ciertos agresores. Sigues escuchando la clásica reacción del vecino del cuarto: «No me lo imaginaba, él es tan educado y buena persona», etc. Los medios, afortunadamente, vamos aprendiendo a relatar estas historias negras. De un tiempo a esta parte, cuando informamos de un feminicidio, ya descartamos en el relato las alabanzas ofensivas. También en el tratamiento periodístico del asunto, España se distingue en positivo respecto a otros países de nuestro entorno, aunque debemos seguir recortando flecos. El otro día leí estupefacta los detalles del caso del periodista Quintá, que asesinó a su mujer y luego se suicidó. Sobre la carrera del susodicho pude recabar mil datos y algún elogio; me costó horas encontrar información de la víctima, una doctora ejemplar cuyo delito fue querer separarse. Navidades y veranos despiertan a las fieras en su hábitat. Cierto que somos una sociedad cada vez más consciente de las señales de «bullying», acoso laboral o violencia de género, pero nos sigue faltando educación. Y nos sobra miedo para denunciar.
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