Alfonso Merlos
Miedo al debate
Con frecuencia el recurso a la propaganda revela la falta de ideas y argumentos. También en política. O especialmente. Y ahí vuelve a estar el PSOE, como en los peores tiempos de Zapatero (¡quién lo diría!). Toca martillear al personal para inocular el titular falaz de que el Partido Popular, ante la imposibilidad de cambiarse a sí mismo, se entrega a cambiar la Ley Electoral para consumar una especie de pucherazo anticipatorio. Y no es así. Ni de lejos. Lo prueban los guarismos y el análisis que hoy concreta LA RAZÓN. De revolución o revolcón o tsunami en la ecuación de gobierno de las instituciones de media España, nada de nada. Al contrario, el valor dominante sería el de la estabilidad y la continuidad. Y eso sí, la corrección que las nuevas reglas establecerían sobre ayuntamientos hoy gestionados en condiciones malabarísticas de preocupante fragilidad. Lamentable y evitable.
No. En unos tiempos en los que los socialistas pretenden erigirse (en no pocas ocasiones de la mano de Podemos) en apóstoles de la regeneración, no es válido el miedo al debate sobre cuestiones medulares como ésta. Porque eso significa lo contrario a la transparencia, y a abrir el espacio público de reflexión y posterior legislación a los temas de máximo interés general.
Ahora ya con la extrapolación nítida y precisa de lo que supondrían las modificaciones planteadas de salida por el Gobierno, Pedro Sánchez sólo tiene dos caminos. Rectificar y aferrarse a su idea inicial de abordar un asunto básico en los sistemas democráticos de representación proporcional; o, en una actitud errática e irresponsable, seguir abocando toneladas de descalificaciones y medias verdades para presentar al presidente del partido que ganó las últimas elecciones como un mal perdedor. Me temo lo peor.
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