Cataluña

Ni para comer

El Banco de España se ha pronunciado, públicamente, para criticar la subida del salario mínimo interprofesional que se plantea desde el gobierno. También algunos sectores económicos han alertado sobre el presunto riesgo de que las rentas salariales mínimas se incrementen hasta situarse en los 900 euros.

El Sr. Hernández de Cos alerta que consecuencia que tendría sería “reducir el empleo de aquellos a los que se quería ayudar, los jóvenes”. Por su parte, algunos medios de comunicación han puesto el acento en el incremento de costes laborales que experimentarían sectores en los que la retribución media de la plantilla está por debajo de esos niveles.

Sin embargo, lo que se les olvida mencionar a todos ellos es que la mayoría de los trabajadores afectados también tienen como costumbre de comer a diario. Es cierto que un segmento de la población afectada son jóvenes que inician su andadura en el mercado laboral, preparados y cualificados, cuya inexperiencia la pagan con bajo salario.

Pero hay otro importante segmento formado por los trabajadores no cualificados. En Madrid se los puede ver todos los días en el área metropolitana del sur o desde el Corredor del Henares. Los primeros se levantan a las 5:30 de la mañana y la mayoría coge el tren de cercanías entre las 6:30 y las 8,30.

Trabajan como mozos, peones o limpiadores, generalmente en cualquier punto de la capital. Tardan, de media, una hora en llegar a su puesto de trabajo y el coste del viaje es fácil de medir, entre 72 euros y 131 euros mensuales que cuesta el abono de transporte en la Comunidad de Madrid.

Viven de alquiler pagando las rentas más bajas en los municipios más baratos y alejados, lo que viene a suponer entre 400 y 600€ al mes, aunque sus casas no tienen más de 50-60 m2.

Es decir, que entre luz, alquiler y abono transporte han gastado su salario y eso que aún no han ido a hacer la compra al supermercado. Si, además, tienen familia, con hijos en edad escolar, ni siquiera la suma del salario de la pareja alcanza las necesidades básicas.

Al Banco de España no le preocupó que el Sr. Trichet y después el Sr. Draghi, desde el BCE, asfixiasen literalmente al país con la política de negación de oferta monetaria. Todos aplaudieron el modelo alemán de salir de la crisis incrementando nuestra competitividad abaratando el coste de la mano de obra, que es mucho más rápido y más fácil que mejorar la innovación de los procesos productivos con nuevas técnicas y metodologías.

Además, el gran problema de las pensiones consiste en que los que entran a trabajar ganan menos de la mitad de los que se jubilan y así no hay quien haga sostenible el sistema.

España necesita una nueva corriente de pensamiento económico que plantee un modelo de sostenibilidad en el que las rentas más bajas no tengan que decidir entre comer o pagar el alquiler.

El gobierno socialista está perdiendo la oportunidad que le brinda su tribuna privilegiada, de explicar a la sociedad que existe otro modelo de convivencia menos hostil y más solidario.

Los titulares de los periódicos vienen plagados de Villarejo, Cospedal y Delgado, del hartazgo de Cataluña y de la polémica sobre dónde deben acabar los restos de Franco, pero cada día, a las 5:30 se levantan millones de españoles para ir a limpiar o a cargar cajas y volver con la cartera tan vacía que no les llega ni para comer y con ninguna gana de ver las noticias, porque solo sirven para el que tiene esperanza.