Toni Bolaño
No con mi voto
Artur Mas entró el domingo en la sede del PSOE en la calle Ferraz. No era la primera vez que lo hacía. En 2003 ya se reunió con José Luis Rodríguez Zapatero con Maragall en la presidencia de la Generalitat y Aznar en La Moncloa. El encuentro lo había preparado el entonces primer secretario del PSC, José Montilla. El de este fin de semana, se lo sugirió al presidente de la Generalitat el actual líder de los socialistas catalanes. Pere Navarro le comentó la necesidad de la cita en uno de sus encuentros privados. Mas y Rubalcaba habían tenido contactos telefónicos, en más de una ocasión, pero desde que el primero es presidente de la Generalitat y el segundo secretario general del PSOE, no habían tenido una charla cara a cara. Navarro consideró que el encuentro podría ser positivo, porque el entendimiento llega por el diálogo, y así se lo propuso a Mas. Aceptó. Rubalcaba, también.
En la reunión se pusieron en valor los puntos comunes –aumento del techo de déficit– y Rubalcaba explicó las líneas maestras de su reforma constitucional. Sobre la consulta soberanista, acercamiento nulo. El PSOE no está por la labor y el PSC considera que ahora no es la prioridad. Aquí acabó el contacto. Mas abrió el camino del diálogo con socialistas –ya lo hizo con Rajoy– sabiendo que su tiempo de soberbia ha pasado. Necesita una salida a su propio enredo. Después de su fracaso electoral, las cosas van de mal en peor. Se asió a un clavo ardiendo pactando con ERC y ha acabado quemándose. Ni la consulta se desbloquea ni su Gobierno es capaz de arrancar.
Han pasado 100 días y todavía no tiene los presupuestos aprobados. A pesar de su debilidad manifiesta, Mas no sacó su tema tabú en su cita de Ferraz: la entrada del PSC en un ejecutivo de «emergencia». ERC lo ha dejado tirado. Los republicanos quieren pescar en el desencanto convergente con una estrategia de «cuánto peor, mejor». Pero, no lo hizo. Sabe la respuesta. Un diputado socialista lo explicita muy claro «no con mi voto».
No es el único. «Ahora Mas se da cuenta de que ERC está siendo irresponsable e impresentable y quiere que le salvemos para seguir haciendo sus políticas. De eso nada», reflexiona un diputado socialista. Otro se plantea interrogantes: «¿Es posible una moratoria de la consulta? ¿es posible un cambio de prioridades? ¿es posible no hacer recortes?» para acabar con contundencia. «No, ¿verdad?, pues sin eso Mas no tendrá el apoyo socialista». Además, que la líder del PP, Alicia Sánchez Camacho, reclame un gobierno CiU-PSC ha sido todo un detonante para ir en sentido contrario. «Si quiere el PP que pacte con CiU. Sumaban antes de las elecciones y suman ahora».
Hacía tiempo que en el PSC no había tanta unanimidad. «En este tema no hay fisuras», afirma un dirigente socialista, otrora díscolo con Navarro, y añade: «Si se convocara una consulta entre los militantes, el problema sería encontrar a alguien que defendiera una coalición con CiU». Navarro se sabe fuerte. Marca sus tiempos. Al que le apremia el tiempo es a Mas porque «el PSC no subirá a un barco que se está hundiendo»
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