Irene Villa
No era su destino
Cuando se desvelan las tendencias suicidas del copiloto que acabó con la vida de 149 personas y la suya propia, muchos nos preguntamos qué podría hacerse para que esa oculta información psiquiátrica causante del terrorífico final de decenas de personas llegase también a las empresas o puestos de trabajo de la persona afectada, especialmente cuando se encuentra en sus manos el destino de vidas humanas. La confidencialidad de los médicos tendría que ser transgredida si hay peligro, ya que los duros controles físicos y psicológicos no han sido suficientes. La terrible decisión del joven copiloto tiene consternado a todo el planeta, y sí, ocurren muchísimas injusticias en todo el mundo a cada segundo: abusos, asesinatos, fanatismos... la propia miseria y la enfermedad también se cobran despiadadamente multitud de vidas cada día, pero esta noticia nos sigue sobrecogiendo a todos porque hemos compartido la angustia de los familiares de las personas fallecidas desde el primer momento, porque también sufrimos con ellos la dificultad de identificar los cadáveres y no tener siquiera un cuerpo que poder enterrar y al que llorarle, porque, afortunadamente, no hemos tenido que acostumbrarnos a noticias así, mientras que otros tipos de desgracias, fatídicamente, se repiten y el ser humano acaba desensibilizándose a las emociones negativas que generan por propia supervivencia. Sin embargo, las estadísticas no mienten cuando demuestran con datos que volar es el medio más seguro que existe. Por ello, este macabro desenlace no deja indiferente a nadie, nos sentimos consternados y sensibilizados con el drama que han de superar, y que no era su destino.
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