Toni Bolaño
No habrá adelanto electoral
Oriol Junqueras y Artur Mas se volvieron a reunir ayer para acercar posturas sobre la convocatoria electoral. La reunión duró apenas media hora. Dio la sensación que Mas accedió al encuentro por puro formalismo para compensar, de cara a la galería, que ERC retirara su enmienda a la totalidad de los presupuestos. En el desafuero particular de la política catalana, Mas y Junqueras discuten unos grandes números que tienen los días contados en caso de adelantar las elecciones. Por eso, da la sensación que Mas juega con Junqueras. «No habrá adelanto electoral», comentaba hace días un dirigente nacionalista.
Casualidad o no, justo después del encuentro informal en el Parlament, el CIS catalán hizo pública su última encuesta. La conclusión principal: no hagan experimentos con gaseosa. Por primera vez desde 2012, el independentismo hace aguas. Si en la última encuesta los partidarios de la secesión sumaban el 49% ahora sólo suman el 44,5% y, para colmo de males para los secesionistas, el rechazo a la independencia gana con un 45,3%.
Mas conocía esta encuesta antes de su entrevista con Junqueras en el Parlament. Si se lo dijo o no al líder de ERC no lo sabemos, pero está claro que Mas juega con las cartas marcadas. O Junqueras se aviene a sus planes o la legislatura se agotará, acogotando cada día un poco más a los republicanos. Mas, después del 9-N, ha remontado y ERC se desinfla. La mayoría que consiguen ambas fuerzas es exigua. No para gobernar, para eso pueden obtener la mayoría, pero sí para realizar una declaración de independencia.
A la pregunta de qué opción prefieren para el futuro de Cataluña, tampoco la opción independentista puede tirar cohetes. Su opción cae en nueve puntos mientras que los federalistas, los que quieren un nuevo encaje con el resto de España, aumenta en 6. También, casualidad o no, después de la encuesta, el líder de Unió, y adalid de la tercera vía junto a los socialistas, Duran i Lleida hizo público su rapapolvo semanal. Esta vez ERC fue el centro de sus andanadas a las que no se escapó la líder de la Asamblea Nacional Catalana, Carme Forcadell. Duran le acusa de tener prisa de sentarse en el Parlament al exigir elecciones antes de marzo. No le falta razón a Duran. Forcadell debe dejar la presidencia de la ANC en verano. Blanco y en botella.
En dos años de «monotema» y con el aparato de propaganda henchido de ardor patriótico y de dinero público, los secesionistas no convencen. En su mejor momento, convencieron a la mitad de los catalanes. A la otra mitad no. Y ahora, pierden fuelle porque el hartazgo empieza a hacer mella. Ya saben aquello de que lo «poco agrada y lo mucho cansa».
Los últimos episodios del culebrón apuntan a que Mas no convocará elecciones so pena que ERC hinque la rodilla. No parece que ese sea su espíritu. En el hipotético caso que las convocara, su objetivo final queda lejos de tener la letra necesaria para dar contenido a la música. O sea, que Mas puede convocar elecciones y ganarlas pero el proceso independentista no tendrá el ímpetu necesario. Nadie en Europa, ni en el mundo, daría apoyo a un proceso que ganara por la mínima. Por eso, el presidente de la Generalitat optará por seguir apretando las tuercas a ERC. La próxima semana negociarán las enmiendas parciales a los presupuestos que serán aprobados a la siguiente. Si los de Junqueras se desmarcan serán acusados de poner en peligro la estabilidad del gobierno y, sobre todo, culpables de que los funcionarios no recuperen su paga extra.
ERC está en una disyuntiva endemoniada. Si apoya los números, la pregunta es ¿por qué Mas tiene que adelantar las elecciones? El inquilino del Palau de la Generalitat ha resurgido de sus cenizas y está dando sopas con hondas a un Oriol Junqueras que se pensaba que tenía la sartén por el mango. Mientras, los catalanes dicen no a la independencia. Lo dice, nada más y nada menos, que el CIS catalán. Lo dicho, experimentos con gaseosa.
✕
Accede a tu cuenta para comentar