Gaspar Rosety
Noches de magia
Recuerdo que yo sólo era un jovencito principiante cuando el Real Madrid nos invitó a vivir en la leyenda. En Europa, su territorio habitual, emergía el heredero del equipo de los Garcías, subcampeón en París ante el Liverpool de Alan Kennedy y el de las cinco finales perdidas con Alfredo di Stéfano. Liderado por Amancio y Molowny en los inicios de Butragueño y su generación, el Madrid volvió a convertirse en el Real, como lo conocen fuera de España.
Recuerdo la vetusta cabina de megafonía del Bernabéu, que nos prestaba un hombre excepcional, Juan, el electricista, apodado «El Ruidos», para narrar en Antena 3. Con Camacho, Juanito, Santillana y sus compañeros, la esencia del espíritu madridista impregnaba el alma de cien mil espectadores. Nadie dudaba. El Real pasaba las eliminatorias y no importaba haber perdido en el Astrid Park, en el Rheinstadion o en San Siro. Aquí, caían los grandes gigantes de la época. Pura magia.
Mañana, el Real Madrid vuelve a jugar para su historia. No albergo ninguna duda de que la esencia de las noches mágicas volverá a flotar en el aire de Chamartín y sabrá envolver en ambición, calidad y corazón, los sueños que se hacen realidad en las noches blancas de la Castellana. Los rivales saben que Juanito tenía razón, que noventa minutos en el Bernabéu son muy largos.
Desde otro universo, De Carlos, Mendoza, Fernández Trigo, Hoyos, Malbo, Molowny, Santiago de Julián, Juanito, el inolvidable Julio Casabella, todos, guiñarán un ojo mañana a los madridistas de hoy. Complicidad. Noches hechas para el Madrid porque los grandes equipos aparecen en las grandes citas. Cuestión de fe.
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