¿Nueva afrenta a las víctimas?

Las familias de las víctimas del terrorismo aún tendrán que agradecer al Gobierno vasco que les permitan explicar en las escuelas sus vivencias, que tenga la deferencia de equipararlas a las otras, a las que mataron a casi mil personas, la mayoría de ellas en plena democracia. Da la impresión de que algunos no se conforman con aprovecharse de las oportunidades beneficiosas que les brinda un Estado de Derecho para saldar sus cuentas penales. Necesitan seguir ensañándose con aquellos a los que tan injustamente segaron la vida. ¡Manda dídimos!

Lo cierto es que desde Ajuria Enea se propicia un escenario imposible. Si no, al tiempo. Veremos cómo unos exponen sus teorías con tranquilidad, sin molestias, incluso con facilidades, y cómo otros no correrán la misma suerte ni gozarán de las mismas oportunidades, serán vilipendiados, insultados y hasta ¡quién sabe! agredidos, como suele ser habitual en ocasiones cuando las víctimas del terrorismo organizan actos en Euskadi.

Dicho esto, no nos engañemos, ésa es la dinámica que contemplamos con frecuencia y quizás la del futuro inmediato. ETA ha dejado bien clara su postura: no hay disolución ni entrega de armas mientras no se alcancen los objetivos marcados hace decenios. Presos a casa, amnistía, salida de las Fuerzas de ocupación, unión con Navarra ... Todo ello no es otra cosa que la ya consabida «alternativa KAS». Es verdad que ahora no matan, cuestión sustancial, un avance trascendental para la convivencia, pero expertos aseguran que es una consecuencia del acoso al que les ha sometido la Guardia Civil y la Policía, no porque se hayan arrepentido de sus fechorías. Tampoco porque estén dispuestos a dialogar o ceder en sus pretensiones. Así es la vida.