Alfonso Ussía
O abeto o muerte
Siempre me maravillaron, pero quienes me llevaron de la mano hasta el alma de los árboles fueron Manuel –Lolo–, y Ricardo Escalante. Cada árbol un carácter diferente. El calor del pino, la calma del tilo, la fortaleza del roble, el frescor del haya y el fresno...Otro de mis grandes amigos, Antonio Mingote, se conocía de memoria los árboles del Retiro, del que era Alcalde Honorario. Admirar y respetar a los árboles procura en España descanso y tranquilidad. En Corea del Norte, esa nación tan defendida por los carentes de cerebro, el árbol puede ser motivo de fusilamiento.
Kim Jong Un, su presidente, dueño y dictador, del que se asegura que sus ataques de iracundia son consecuencia del tamaño de su miembro viril, más o menos equiparable a una chincheta en trance de sosiego y a un cacahuete en pasión enardecida, termina de ordenar el fusilamiento de su primer viceministro Choe Yong Gon, por una disidencia forestal. El Timonel chonuco deseaba reforestar una zona con robles chinos y don Choe le recomendó la plantación de abetos. Don Choe ha sido pasado por las armas, lo cual en Corea del Norte es un privilegio. Porque el «Chinchetas» se ha cepillado ya a más de 70 altos cargos de su Gobierno, entre ellos a su tío Jang Song Thaek por supuesta traición. El tío Jang no tuvo la misma muerte que don Choe. Después de sufrir amables torturas coreanas durante una semana, fue depositado en un recinto donde vivían treinta perros de presa a los que no alimentaron en los días previos, y el tío Jang duró menos que un chupachups en la puerta de un colegio. Entre don Choe, el de los abetos, y el tío Jang, el devorado por los perros, se fumigó al ministro de Defensa, Hyon Jong Chol, por echar una cabezadita en un desfile militar de esos que se organizan en Pyongyang, de siete horas de duración.
Comunistas y supuestos progresistas, que tanto abominan de las Monarquías parlamentarias gustan mucho de las tiranías hereditarias. Tenemos en Cuba a Castro I y Castro II, en la peculiar Argentina a Kirchner I, Kirchner II y con grandes posibilidades de heredar la fuente asombrosa de su fortuna, a Kirchner III. Y en Corea , Kim Il-Sung , «el Presidente Eterno», Kim Jong-il, «El Resplandor entre Nubes», y ahora Kim Jong Un, también conocido por «El Sabio y Bondadoso Timonel» o «El Hijoputa con balcones a la calle». En la República Dominicana fallaron los cálculos, y la dinastía Trujillo no tuvo la oportunidad de sucesión, porque el dictador Trujillo fue asesinado dejando en profundo desconsuelo a su madre, «La Excelsa Matrona», y a su viuda, «La Prestante Dama».
Pero en Santo Domingo no se asesinaba por un abeto, ni en Cuba por podar un caobo o dormir durante un discurso de Fidel Castro. En Corea del Norte hay que cogérsela con papel de fumar, porque si las jóvenes intocadas que le ofrecen a diario a Kim Jong Un, no consiguen que la chincheta se transforme en cacahuete, la primera en caer es la joven incapaz de arbolar al cerdito, y posteriormente el primer ministro que pase por delante de la mirada confusa del Sabio y Bondadoso Timonel.
Corea del Norte está perfectamente capacitada para simultanear bosques de roble chino con interminables laderas de abetos. Pero no es una sociedad preparada para comprender la tragedia de su Bondadoso Timonel. Ha probado con todo, y la chincheta con vocación de misil no ha superado aún la noble y discreta envergadura del gentil cacahuete. Corea del Norte es una dictadura brutal y comunista que sólo suavizará sus castigos a vírgenes y ministros el día que Kim Jong Un se someta a un trasplante de fuchinguilla con el fin de proceder a la explosión de sus pasiones, hasta el momento, ahí depositadas, clausuradas, compactadas y sin posibilidad de dar curso al río del gozo. Un tirano sin alma puede tener más humanidad y misericordia con sus esclavos que un Bondadoso Timonel que no está capacitado para abandonar sus estancias sin haberse, previamente, ajustado unos dodotis de su tamaño. Un Bondadoso Timonel que se ve obligado a miccionar como las señoras, se convierte en un auténtico bicho. Y es capaz de matar a su viceprimer ministro por plantar un abeto, a su tío porque un día, siendo niño, le regañó y a su ministro de Defensa por cerrar los ojos y roncar levemente en un desfile.
Lo suyo sólo lo arregla el quirófano. Hay soluciones científicamente admitidas y recomendadas. A este paso va a quedarse muy sólo en Corea.
✕
Accede a tu cuenta para comentar