Fernando de Haro

Paradoja

Izquierda Unida tiene un problema. Este lunes está previsto que se subasten de nuevo cuatro de sus sedes en la Comunidad de Madrid (Alcorcón, Arganda, Getafe y Velilla de San Antonio) por falta de pago. La formación ha comunicado a la Agencia Tributaria que no puede atender las deudas por valor de 300.000 euros que tiene contraídas. Es una cantidad muy alta para una economía familiar pero una cifra no exagerada para una coalición con mucho futuro, si hacemos caso a las últimas encuestas. IU, con una intención de voto del 19 por ciento, está a un punto del PSOE en la Comunidad de Madrid. El desgaste del PP, la debacle de los socialistas y la necesidad que tienen los votantes de izquierda de una alternativa pueden convertirla en un partido de gobierno. Dicen algunos que IU no encuentra los 300.000 millones que debe porque Cayo Lara es muy crítico con los bancos. Puede ser. Pero quizás haya una razón más de fondo. Hubo una época en España en la que muchos, aunque no fueran militantes del PCE, se sentían orgullosos de sus siglas y de sus símbolos. Los comunistas, que tenían el prestigio de haberle hecho una oposición a Franco que los socialistas ni olían, contaban con una amplia base social y muchos simpatizantes. Si al final de la dictadura o al comienzo de la democracia les hubieran hecho falta 50 millones de las antiguas pesetas (que es de lo que estamos hablando), ese dinero hubiera salido de debajo de las piedras. Habría habido incluso miembros de la nobleza que hubiesen vendido la plata para que las casas del pueblo no se cerraran. Ahora Izquierda Unida recupera protagonismo. Dicen las encuestas que en unas elecciones generales obtendrían un 9 por ciento de los votos. Se acerca al 10 por ciento de los buenos tiempos de Anguita en el 96 y de Carrillo en la Transición. Pero estos comunistas no son los de antes. En un futuro pueden contar mucho. Pueden incluso llegar a gobernar como lo llevan haciendo desde hace un año en Andalucía. Sus líderes aprobarán entonces decretos para expropiar a bancos en nombre de los desahuciados, aunque la medida sirva para poco y «espante al capital». Presidirán comisiones de investigación de casos como el de los ERE y silenciarán desmanes. Le taparán, como hacen ahora, las vergüenzas al PSOE. Pero no tendrán las donaciones de condesas ni la gente se quitará el pan de la boca para financiar la causa. Serán, ya lo son, otro partido del sistema. Paradoja.