Patriarcal

No se ha enterado. Gordillo, el hombre que oficia de radical de los radicales con su estola palestina, no se ha enterado de que la izquierda ha cambiado. Parece no saber que en la Europa postindustrial la lucha de clases no es entre terratenientes y jornaleros, sino entre hombres y mujeres. Y como no está al cabo de la calle, sigue usando el viejo lenguaje patriarcal. Sus metáforas son de quien divide todavía el mundo entre lo femenino y lo masculino. Cuando lo cierto es que, desde Simone de Beauvoir, sabemos que mujer no se nace, te hacen. Y que los roles de género vienen impuestos por la convención. Y que nunca se debe hablar de sexos que es muy antiguo y que, a lo peor, terminas mencionando la naturaleza humana.

Si Gordillo supiera todo esto y fuera de verdad de izquierdas, de la izquierda que cuenta, de la moderna, no habría invitado a la «Europa de los mercaderes a que se vaya al coño de su puta madre». Lo peor de la frase no es su malsonancia. Lo peor es que con esas palabras de machista de taberna se aleja de todo lenguaje inclusivo y derriba décadas de trabajo de la izquierda sobre los nuevos derechos reproductivos. ¡Si al menos hubiera mencionado el aparato reproductor masculino! Aunque sólo sea para insultar ha vinculado a la mujer con la maternidad. Y eso es muy poco tolerable. Gordillo nos devuelve a lo peor de aquella Andalucía en la que los señoritos nunca se gastaron los dineros en construir una tierra próspera y en la que mesías de revoluciones imposibles prometían tierra y pan y trajeron destrucción, miseria y hambre. Las mismas palabras, los mismos sueños envenenados, los mismos rencores.

El predicador de estola palestina no ha hablado bajo los olivos de plata verde. Lo ha hecho en una sala de Bormujos, en Sevilla, donde se celebraba la Asamblea de IU. Porque Gordillo es diputado de IU, que desde hace un año es un partido de Gobierno. En una Andalucía en la que bajo los olivos de plata muchos desean menos sueños envenados y más jornales, aunque sea bajo el sol de junio.