Podemos
Podemos y Gran Hermano
Podemos es un partido político que nació como un experimento, el primer aterrizaje en la vida real de un grupo de profesores universitarios. No se trataba de experimentados catedráticos, ni siquiera de profesores titulares cargados de trienios y sexenios, eran «la casta» de la facultad de CC. Políticas de la Universidad Complutense de Madrid.
Su actividad se había iniciado en el ámbito de asociaciones universitarias que tenían una doble finalidad: una más teórica que práctica, consistente en la defensa de postulados revolucionarios contra el «sistema democrático burgués» y las «instituciones capitalistas», de claro corte comunista, y otra, más terrenal y manchada de barro, consistente en el cuasi monopolio de becas de investigación y plazas de profesorado para los miembros de su clan.
Esta última parte representa el ángulo más cainita y endogámico de algunas universidades públicas españolas y, también, seguramente, uno de sus grandes problemas. Un buen amigo mío, que tuvo hace años importantes responsabilidades en política exterior, por razón de su cargo departía con cierta habitualidad con el controvertido Secretario de Estado Sr. Henry Kissinger.
En uno de sus encuentros con café, el Sr. Kissinger le preguntó sobre su vida profesional antes de la política, mi amigo le respondió que era catedrático de universidad y de forma automática el americano le espetó: «pues le voy a dar un consejo, nunca se meta en política universitaria, es la más dura y cainita que yo he conocido».
No le faltaba razón a este profesor de Harvard, de ahí que la consecuencia de que la única experiencia de los dirigentes podemitas sea el mundo universitario es que son especialistas en lo que han trasladado a la politica: guerra de guerrillas interna y burocracia organizativa.
Además, se les suma otro elemento clave para entender porqué mantienen un combate tan agresivo on-line, se trata de su dependencia a las redes sociales. Podemos nació en el 15-M, sus seguidores no conocen otras formas de comunicación más «analógicas» ni las quieren. El streaming, el diálogo a través de twitter y los pantallazos en telegram es todo lo que desean y necesitan.
Pero eso tiene un importante handicap: sus trapos sucios y sus miserias, que no son pocas, son de dominio público sin necesidad de que el usuario pague un canon digital. En definitiva, son el “Gran Hermano” de la política española.
En su pecado está la penitencia. Arremetieron contra las reuniones en despachos y los acuerdos de la vieja política, contra la democracia representativa porque «quitaba la voz al pueblo» y prometieron un sistema asambleario posible por la digitalización de la sociedad. No se dieron cuenta de que la audiencia de Gran Hermano, que hace años batía récords de share, era porque a sus protagonistas les votaban los telespectadores para que siguieran en San Agustin de Guadalix, en la casa de GH, pero nadie les hubiese votado para estar en la Moncloa.
Podemos nació por el éxito en las redes y por la caída libre del PSOE. Este fin de semana asistimos a dos hechos significativos que tendrán mucho calado en el futuro: en Podemos se están «matando» con gran éxito de audiencia en el escaparate público que proporcionan las nuevas tecnologías y el Partido Socialista está renaciendo en el Paseo de la Habana de Madrid, de la mano de Susana Díaz.
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