Julián Cabrera

Presupuestos, prueba del algodón

La Razón
La RazónLa Razón

Donald Trump ya prepara su guardia pretoriana para afrontar, con su particular escala de valores, el Gobierno de América y del mundo. El sobrevalorado Barack Obama prepara la mudanza y aquí en España, con el rabillo del ojo fija la mirada en los movimientos del nuevo inquilino de la casa blanca, toda la carne se prepara para el asador de los Presupuestos, nuestro primer gran test ante la paciente Europa. Cuando Juncker, presidente de la Comisión europea, y el del Consejo, Donald Tusk, felicitaban a Rajoy hace días por haber conseguido la investidura, también mostraban el escaso recorrido de cortesía de este club a la hora de poner en claro las cosas de comer. Dicho de otra manera lo hacían recordándole al nuevo gobierno que los Presupuestos han de estar entregados antes de fin de año y que el déficit debe ser reducido ya.

Puestos a ello, la primera gran declaración de intenciones a propósito de la disposición de nuestros grupos políticos para negociar con el gobierno de Rajoy los grandes temas que demanda el país será la luz verde o roja a estos presupuestos. Dando por más que factible por avanzado el acuerdo con Ciudadanos, el vital apoyo del PNV tendrá que buscarse entre el pragmatismo sobradamente demostrado de la formación de Urkullu y un nivel de exigencias que tendrá que casar con el difícil reto de recortar de entrada 5.500 millones de euros marcados por el señor Moscovici, Don Pierre para más señas.

Pero el examen de los presupuestos no sólo afecta al Gobierno. La actitud del Partido Socialista será observada con una lupa especial, no sólo por quienes pretenden señalar a esta formación como «muleta» del Ejecutivo, sino a la hora de contemplar los primeros atisbos de un PSOE de vuelta a la centralidad perdida. El anuncio del portavoz Antonio Hernando cerrando las puertas a un apoyo a los grandes números para 2017 ya apunta algunas maneras. De entrada escenificando el temor a que un apoyo responsable a esos presupuestos sea vendido por los «sanchistas» como la demostración de que la abstención que desbloqueó la investidura de Rajoy se corresponderá con otros apoyos y, de otro lado, alimentando el discurso cómodo de Podemos, que se sitúa como única fuerza de oposición desde la izquierda.

Las tribulaciones del grupo socialista a la hora de acomodar una posición meridiana en la fundamental materia económica tendrán reflejo en los lógicos relevos que se plantean dentro de éste área en la dirección del PSOE. Una vez que asesores de Sánchez como Sevilla o De la Rocha tomaron la puerta de salida, nombres como el del ex ministro Valeriano Gómez, el portavoz de la gestora para temas de Hacienda, Muñoz Lladró, o algún «sanchista» reconvertido como el economista y diputado por Murcia Pedro Saura pueden adquirir a la vuelta de pocos días el protagonismo que requiere esta formación en el debate parlamentario de presupuestos. Éste será –no lo duden– el primer termómetro que marque la salud y sobre todo el recorrido de esta incierta legislatura.