Crisis en el PSOE
PSOE, prohibido hacer prisioneros
Van a quedar este domingo pocas parroquias en el patio nacional exentas de caminar al borde del ataque de nervios. A partir de las ocho de la tarde FC Barcelona y Real Madrid se estarán jugando nada menos que la Liga en la última jornada del campeonato, pero el cava en la nevera no sólo aguardará a quienes ansíen acabar la noche en Canaletas o en Cibeles, también habrá comenzado el recuento de papeletas en las sedes del PSOE afrontando tal vez uno de los momentos más cruciales en su dilatada historia. A cuatro días para que la militancia acuda a sus agrupaciones locales para elegir nuevo secretario general, el hecho de que nadie sea capaz de cuantificar a ciencia cierta qué incidencia ha tenido en la intención de voto el debate de este lunes añade si cabe más incertidumbre a propósito de lo que se les puede pasar por la cabeza a los más de sesenta mil militantes con derecho a voto, que sin embargo no se decantaron por ningún candidato a la hora de conceder su aval. Ese es el gran interrogante.
Me apuntaba horas después del debate un antiguo colaborador de Joaquín Almunia que el sucesor de Felipe ciertamente perdió unas primarias y también unas elecciones, pero con la diferencia de que, no sólo renunció a la secretaria general tras su frustrado primer y único asalto a La Moncloa, sino que dejó un partido con constantes vitales que permitieron no tardando mucho el regreso al gobierno, mientras que hoy el reto es sencillamente no caer en la irrelevancia. La reflexión no es gratuita teniendo en cuenta que el PSOE no es ajeno a una deriva de la socialdemocracia europea cuya incapacidad para adaptarse a la nueva realidad social es proporcional a la obstinación de líderes sobrevenidos por recuperar un izquierdismo propio del siglo pasado. En tan sólo treinta años el partido socialista francés ha pasado del 36 al 6 por ciento de Hamon.
Lo que ocurra este domingo es crucial además de apasionante, pero no debe dejarse de lado el devenir de las siguientes semanas hasta el Congreso federal de mediados de Junio, de entrada porque tal vez el partido no llegue a ese cónclave tan manifiestamente abierto en canal. El perdedor de las primarias –ciñéndonos a Susana y a Pedro– va a quedar tan definitivamente tocado como fortalecido el ganador a la hora de encontrarse –al tiempo– con apoyos hoy inconfesables de cara a facilitarle una ejecutiva a medida. El vencedor en esta guerra no hará prisioneros. Después vendrán los congresos regionales donde también podrían ajustarse algunas cuentas sobre todo de resultar triunfante el sanchismo, tal vez por ello no pocos en el PSOE contemplen a Díaz como una especie a proteger, un antídoto frente a aventuras y convulsiones, menos seducible por los cantos podemitas a la par que más capacitada para fijar el electorado de centro izquierda que mira de reojo a Ciudadanos. Pero, ¿quién sabe? La encrucijada del socialismo español no se ventila solo en estos cuatro días.
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