Bartolomé Beltrán

Pura felicidad

Ahora, en este tiempo que nos ha tocado vivir hacen falta muchas razones para ser optimistas. Antes era fácil convencer a esas personas que necesitaban un empujón de alegría o esperanzas para que se adentraran en la autopista del optimismo. Me ha llamado la atención en esa línea de trabajo lo que dice Carlos Chaguaceda, presidente del Instituto Coca Cola de la Felicidad, porque él apuntala sus teorías sobre la gestión de las emociones y la seguridad de que la felicidad fluye en el eje principal de lo social. Existen diferencias en la interpretación de la felicidad, ya sea por concepto o cultura, o bien, en cuanto a la percepción de cada uno. Porque, ¿qué queremos decir cuando decimos «quiero ser feliz»? La felicidad es algo que todos buscan, pero pocos encuentran. Como dijo Albert Figueras en nuestro programa «¿Qué me pasa doctor?», «ser felices hay que trabajarlo poco a poco, no es algo que sea una meta».

De su nueva publicación, «Pura Felicidad», copio que Cajal descubrió las neuronas, Ersparmer encontró la serotonina, Barger y Ewens descubrieron la dopamina, Bradford Cannon habló de la respuesta al estrés, Maslow agrupó las motivaciones en una pirámide, y Easterlin dijo que el PIB y la felicidad no estaban tan relacionados como muchos creen. Kahneman, Diener y Schwartz recopilaron estudios sobre la felicidad y abrieron las puertas de la ciencia al bienestar. El bienestar incluye felicidad, satisfacción vital y laboral, sentimientos positivos y ausencia de sentimientos negativos. Varios estudios demuestran que el optimismo influye en el bienestar y que el estrés es una amenaza para la salud y para la felicidad. Por eso, Albert Figueras, en su libro «Pura Felicidad. Ser feliz es saludable», destaca que las emociones positivas influyen mucho en la salud, sobre todo en las personas mayores.