Fernando Vilches
¡Qué aciertaje!
Estoy impresionado. De verdad. La señora alcaldesa de Barcelona, «a-zote» donde las haya de machistas lingüísticos agazapados, ha dado en la clave para corregir esta desviación fenotípica: a partir de ahora, como «homenatge» en catalán tiene en su étimo «home» (=hombre) ha decidido crear el neologismo «donanatge» para el «Acto o serie de actos que se celebran en honor de alguien o de algo» cuando ese alguien sea una mujer.
Y, en su afán por regalarnos su sabiduría, nos transmite su traducción al español: «mujeraje». ¡Cómo no se les había ocurrido hasta ahora a nuestros insignes académicos!
La cultura de esta mujer no tiene límites, y de todos es sabido que así es como se arregla el paro femenino, la conciliación familiar, el desajuste de sueldos entre hombres y mujeres en los mismos puestos y ese etcétera que padecen las mujeres de todo el mundo ante políticas realizadas por hombres.
Si seguimos así, habrá que decir que la «fiscala es ignoranta e incompetenta» y «¡vaya jueza más soeza!». Tan es así que el cartel de «mujeraje» al Día Internacional de las Mujeres de esa formación politicorromanticaedulcoradaconsacarina.com, o sea, Podemos, tiene como imagen la figura de su líder supremo Pablo Manuel Iglesias (como lo llaman los socialistas para diferenciarlo de su fundador). ¡Manda huevos! Y con qué énfasis nos lo dicen, nada menos que ¡mujeraje!
Ni Lorca ni los Machado ni Aleixandre se atrevieron a tanto. Y hace poco también, en otro ámbito, el tenor Josep Carreras, que era el menos brillante de los tres tenores, ha dicho que ser culé en la época de Franco era una especie de militancia en el nacionalismo catalán (independentista, of course). Cuántos ministros de Franco lo eran sin saberlo, ¡Deu meu! En fin, recordaré una vez más a Montaigne: «Nadie está exento de decir tonterías, lo grave es decirlas enfáticamente». Y que Rafa Nadal no olvide que los pequeños hombres sienten odio por los grandes. Así habló Zaratustra.
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