Toni Bolaño

Que lástima, pero adiós

La Razón
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Pedro Sánchez ha puesto un punto y seguido a su carrera política. De sus palabras se desprende muy claramente que no es un punto y final. Al que fuera líder del PSOE se le pueden criticar muchas cosas, recriminarle y afearle otras tantas. Sin embargo, su actitud en el día de hoy sólo tiene un calificativo: encomiable, porque ha sido leal a sus principios que son los que le pueden abrir, otra vez, la puerta para dirigir al PSOE. En su despedida, Pedro Sánchez se ha dirigido a los militantes, a la gestora y a los votantes, poniendo una nueva letra a la canción que puso de moda la cantante californiana, Julieta Venegas, hace más de siete años: «Me voy».

A los militantes. Versión Sánchez. «A partir del lunes cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España para escuchar a los que no han sido escuchados. Vamos todos juntos a recuperar el PSOE». Versión Venegas. «Porque sé que me espera algo mejor, alguien que sepa darme amor, de ese que endulza la sal y hace que salga el sol».

A la Gestora. Versión Sánchez. «Las razones de mi renuncia son bien conocidas. Estoy en profundo desacuerdo con facilitar el Gobierno a Mariano Rajoy. Mantengo mi no. De las opciones que me da la gestora no me quedo con ninguna». Versión Venegas «porque no supiste entender a mi corazón, lo que había en él. Porque no tuviste el valor de ver quién soy, porque no escuchas lo que está tan cerca de ti, sólo el ruido de afuera y yo que estoy a tu lado, desaparezco para ti».

A los votantes. Versión Sánchez. «Con mi renuncia al acta, no dejo la política, sigo como un militante más y trabajaré de forma constructiva y leal para un partido abierto». Versión Venegas. «No voy a llorar y decir que no merezco esto, porque es probable que lo merezco, pero no lo quiero».

Casi no lo consigue. Sánchez, el hombre frío, el «témpano» como algunos lo calificaban, casi se desmorona en su comparecencia. Con voz entrecortada y temblorosa explicó ante una nube de periodistas sus razones para abandonar su escaño. «Por eso me voy, que lástima, pero adiós, me despido de ti y me voy», entonó la zanahoria mientras agitó el palo «tras la investidura expira el mandato de la gestora. Hoy se facilita la presidencia de Rajoy y, el lunes, la Gestora deberá poner hora, fecha y lugar para la celebración del congreso. Los socialistas queremos votar».

Este será el caballo de batalla. La decisión de Sánchez de ayer puede ser acertada o no para sus intereses. Dependerá de su resistencia. La Gestora no tiene intención de convocar el congreso. Al menos, de momento. No será en febrero. Se habla de junio y no se descarta que se convoque más tarde. «Dependerá de lo que pase en los inicios de la legislatura», justifican los partidarios de ir «despacito y con buena letra». Sus partidarios lo exigirán todos los días, pero contra el vicio de pedir está la virtud de no dar».

Ha dado el paso, «qué lástima, pero adiós», pero volverá como MacArthur.

En su salida no se ha olvidado de los que se quedan, pidiendo a la gestora que «no expulse a quienes voten en contra de la candidatura de Mariano Rajoy y mucho menos romper con el PSC». Hoy por hoy, los «no» forman parte de su guardia pretoriana. La Gestora lo sabe y no parece que le vaya a dar más bazas y actuará con prudencia, más allá de las bravuconadas. Sánchez lo fía todo a la militancia. Falta por saber si lo esperarán.