César Lumbreras

Rajoy en Bruselas

Mariano Rajoy tiene hoy una cita importante en Bruselas, a la que no llega precisamente en su mejor momento político. Y eso es malo, porque España se juega mucho en esta negociación, de cuyos resultados dependerá la cantidad de dinero que aportaremos a las arcas comunitarias en el periodo 2014-20 y también el volumen de «pasta» que retornará de Bruselas para la PAC, la política regional, la de cohesión y el Fondo Social Europeo durante estos mismos años. Rajoy no lo tiene fácil por tres motivos fundamentales: el primero, la situación política que se vive en España y todo el lio montado a raíz del «caso Bárcenas», o del «caso Rajoy», como ya se le denomina fuera de nuestras fronteras; el segundo, porque estas negociaciones presupuestarias en la UE son siempre muy difíciles y, en esta ocasión, todavía más por el contexto de crisis económica y por la decisión de Londres de convocar un referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido al club comunitario; en tercer, y último lugar, por los precedentes, ya que cuando en 1999 se negoció la llamada Agenda 2000, Aznar consiguió un buen resultado, mientras que en 2006 a Zapatero tampoco le salieron mal las cosas. Está claro que durante el próximo periodo de Perspectivas Financieras España va a pasar de beneficiario a contribuyente neto a las arcas comunitarias. Rajoy debe conseguir que ese margen negativo sea lo menos abultado posible. Eso, suponiendo que se llegue a un acuerdo, porque, tal y como están las cosas en la Unión Europea, no hay garantías. Sus líderes perdieron una oportunidad de oro en noviembre para haber cerrado un pacto, pero se lo tomaron con tranquilidad y dijeron que todavía había tiempo. Ahora las cosas se han complicado para todos.