Agustín de Grado

Resabio liberticida

Que Llamazares compare el caso de Ángel Carromero con el de los 2.500 españoles que actualmente están presos en cárceles extranjeras, la inmensa mayoría por delitos relacionados con las drogas, no es más que la bufonada servil y abyecta de un comunista residual, encarnación de esa ceguera voluntaria que todavía impide a algunos ver la escombrera humana que propició –y, en casos como el de Cuba, aún propicia– una idea criminal. Que el PSOE se preste a jugar el mismo partido de ensañamiento con un compatriota víctima de la dictadura castrista, por muy militante del PP que sea, denota la confusión ideológica del socialismo español y su dificultad genética para comprender que cuando la libertad está en juego, poco importa el color de quien la cercene. El maldito doble rasero. ¿O acaso cree alguien que el PSOE se hubiera mostrado tan mezquino si el preso Carromero, en vez de Castro lo fuera de Pinochet, y además militante de la izquierda revolucionaria? Es de una vileza insólita que los mismos que excarcelaron al terrorista De Juana por «razones humanitarias» que encubrían una negociación política con ETA traten de impedir el tercer grado de un español condenado sin garantías por la satrapía de los Castro tras un accidente aún sin esclarecer. Al PSOE le queda el resabio de su pasado liberticida y totalitario. Renunció oficialmente al marxismo hace más de treinta años, pero ni siquiera entonces abandonó la ambigüedad en el combate moral que el mundo libre mantenía con el comunismo, hasta el punto de que –recuerda Stanley Payne– su neutralidad fue reconocida por la Unión Soviética con un galardón que avergonzaría a un partido de integridad democrática. Cree ahora que competir por la izquierda con IU le ayudará a recuperar el crédito perdido entre los españoles.