Martín Prieto
Retroceso populista
El decano de los populismos existentes y emergentes, el Movimiento Justicialista, ha doblado la rodilla dos veces desde mediados del siglo XX. La primera cuando Alfonsín al frente de la Unión Cívica Radical (krausistas) logró la mayoría absoluta en 1983. La sociedad argentina entendió que la lucha armada del peronismo montonero, a caballo entre el castrismo y la Virgen de Luján, era responsable de despertar al tigre militar y su barbarie. La segunda genuflexión justicialista acaba de suceder ante la vaporosa alianza de Mauricio Macri, que ha forzado por primera vez en Argentina un ballotage con la novedad añadida de que el bipartidismo histórico ha quedado fuera de la Casa Rosada. La UCR no tiene posibilidades al ser asociada al corralito y doce años del matrimonio Kirchner, especialmente la viuda, han dejado en carne viva la demagogia peronista. El Justicialismo es la importación al gran país austral de un fascismo criollo por un coronel que sirvió admirado como agregado militar en la Italia de Mussolini. No tiene gran complejidad pero sí facetas poliédricas. El populismo kirchnerista ha fatigado hasta a peronistas acérrimos: corrupción institucionalizada en la cúpula del poder por un matrimonio de abogados patagónicos que comenzaron cobrando deudas, manipulación de las víctimas de la dictadura como otra memoria histórica partidista en detrimento de una reconciliación nacional, adscripción al eje del mal bolivariano, nacionalizaciones ideológicas, impago de obligaciones hasta el bochorno del embargo del buque escuela «Libertad» o la conversión del presidencial «Tango 01» en avión de cabotaje para evitar su incautación en el exterior. Una economía congelada desde hace cuatro años, una inflación y una balanza exterior maquilladas hasta para el FMI y un «cepo» al dólar que vale lo que manda el Banco de la Nación, mientras en las veredas de la Capital Federal los «arbolitos», unos tipos impávidos, cambian divisas a su precio real. El paro es bajo porque es alto el trabajo en negro, y la inspección fiscal se hace con criterios de amigo-enemigo. El añadido de la Señora K, verborrágica e histriónica en su empeño de emular a Eva Perón, han culminado el hastío de los popularizados. El ingeniero Macri (centro derecha) cuenta con el apoyo de los radicales pero está en minoría en el Congreso y el Senado, aunque en el primero podría negociar con Massa, Intendente de El Tigre, un pueblo de palafitos en el delta del Paraná, tránsfuga del kirchnerismo.
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