Crisis en el PSOE
Revolución de las rosas
«Ya se sabe que los que perdimos las elecciones fuimos los pedristas», me decía con sorna uno de los antiguos colaboradores de Pedro Sánchez. Esta fuente procuró ocupar este martes un lugar discreto en la Sala Europa del Senado. Allí, Javier Fernández ha podido visualizar, quizá por primera vez, el núcleo duro de los llamados a dirigir el destino del PSOE. Un elenco de fieles a Susana Díaz y algún que otro «recolocado» (porque «la vida sigue»), como Antonio Hernando, gracias al auxilio de Alfredo Pérez Rubalcaba. Y es que Rubalcaba le ha salvado a él como portavoz del Grupo Socialista en el Congreso además de situar a su entorno de mayor confianza en puestos claves. Esto es, Ramón Jáuregui, portavoz de los socialistas en la Cámara Europea, a su vera ha recuperado a Elena Valenciano como vicepresidenta, y hasta ha echado mano de quien fuese otra fiel colaboradora, Soraya Rodríguez, rescatada como cara y voz oficial del partido en radios y televisiones.
En medio del escepticismo deambulaba por la cita de Fernández con sus diputados y senadores, sin disimular la cara de enfado, quien fuera secretario de Organización también con Rubalcaba que, sin embargo, no ha hallado hueco a las órdenes del susanismo. La caída en desgracia de Óscar López, quizá una de las más llamativas, sustituido por «el dinosaurio» Vicente Álvarez-Areces, bien parece un castigo por su condición de ideólogo de la imprevista comparecencia de Sánchez la noche antes del último Comité Federal. Al hasta hace escasas semanas portavoz socialista en el Senado se le achaca ser el inventor de la estrategia con la que Sánchez enarboló la bandera de única garantía para que el PSOE votase «no» a Rajoy frente a los llamados «críticos». Por si faltase algún ingrediente, López se encargó de difundir entre algunos periodistas, móvil en mano, tan endiablada disyuntiva. El arrinconar a los hoy vencedores como «colaboracionistas» del PP, amén de colgarles el sambenito de «críticos», al final ha sido un obstáculo de momento insalvable. De igual manera, aunque esto hay que ponerlo por ahora en cuarentena, se asegura que César Luena se ha dejado caer por el Palacio de San Telmo para hablar con doña Susana. Ese giro de Luena, de ser cierto, no dejaría de ser un triunfo del que pronto hará uso el susanismo.
Paradojas de la política, los que en otros tiempos fueron «enemigos», Susana Díaz versus Alfredo Pérez Rubalcaba, sin embargo no han dudado en ir de la mano hasta el derrocamiento de Sánchez. Una figura sobre la que ahora mismo cae toda suerte de críticas, incluso de tono personal. Sólo el tiempo dirá si esa curiosa alianza permanece o se difumina. Porque la aspiración de reconstruir un liderazgo nacional consolidado en el PSOE puede significar obligatoriamente recorrer una legislatura entera. «El edificio del PSOE está muy dañado», recordaba Fernández, que entonó el mea culpa por haber huido del debate interno durante la etapa anterior. Y, además, en ese camino siempre podrá cruzarse Sánchez, que según cuentan insignes socialistas «tiene a las bases enardecidas» de cara a unas primarias con su «no es no». Seguramente esto se podrá comprobar este domingo cuando «indignados socialistas», llegados en autobuses fletados desde distintos puntos de España, bajo el lema «La revolución de las rosas» se planten en las puertas de Ferraz pidiendo la convocatoria urgente de un Congreso Federal. «¡Para lo que va a servir!», se lamentaba al abandonar este martes el Senado Odón Elorza, un franco defensor del «no» ante sus compañeros.
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