Fútbol
Ristra de chorizos
Gestha, el sindicato de Hacienda, ha llamado la atención al Barcelona para que se apee de la burra y dé marcha atrás con esa campaña de apoyo a Messi que se parece una barbaridad a la del Parlament con Pujol. Si todos fuéramos Leo Messi todos seríamos unos defraudadores. Y yo no soy Messi y supongo que muchos de los que se han unido al manifiesto azulgrana, simpatizantes y seguidores del grandísimo jugador, tampoco lo son, por mucho que los gobernantes de Cataluña se hayan empeñado en convertir aquel paraíso en la región sin Ley.
Ni soy Messi ni soy el abogado del Estado que le comparó con un «capo de la mafia, jefe de una estructura criminal». O el letrado es muy tonto para afirmar semejante barbaridad o buscaba su minuto de gloria o ambas cosas, quién sabe.
Tampoco soy presidente ni directivo del Barça. Pero los entiendo. Si no se parten la cara por Messi y no se ponen en evidencia, a ver cómo le convencen –también a papá Jorge Horacio– para que no se enfaden porque ahora Neymar es el jugador mejor pagado de la plantilla y para que no escuchen ofertas de los clubes más poderosos de Europa. Leo tiene 29 años, le quedan tres o cuatro en plenitud, y si hay quien está dispuesto a soltar 120 millones por Pogba, ¿cómo evitar la tentación de pagar el doble por el mejor jugador del mundo? El Barça sin Messi es mucho menos Barça, y como lo saben los directivos, Luis Enrique, técnicos del fútbol base, aficionados y mediopensionistas, defiende al jugador por encima de cualquier argumento lícito y moral.
Con la ristra de chorizos que hay en la calle, con la cantidad de dinero defraudado, robado, blanqueado y trasvasado al extranjero, con las cuentas de Panamá, las «off-shore» y la madre que los parió, el Barça asume la obligación de defender lo indefendible. Y como Hacienda somos todos y como esa mayoría de contribuyentes que no defrauda, «#YoNoSoyMessi». Ni el abogado.
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