Alfonso Merlos
Se fastidió el invento
La verdad puede ser dura, pero es innegable. Y la realidad es la que es, no la que nos gustaría que fuera. Así que el juez Ruz dice en su auto lo que dice. Nada más pero nada menos. Lo que consta negro sobre blanco y no lo que una parte sustancial de la izquierda en este país sueña con que conste. O sea, que socialistas y demás adláteres deberán aguardar mejor ocasión para que la Audiencia Nacional certifique aquello con lo que se les hace la boca agua: los sobres que según ellos saben a ciencia cierta circulaban de un lado para otro, sin freno y sin control, para pagar a los dirigentes del Partido Popular, empezando por Rajoy y Cospedal (¡Hernando y Valenciano lo conocen mejor que nadie!).
De verdad: ¿alguien puede sorprenderse a estas alturas de la investigación de lo que el juez concluye de forma indicaría? ¿Alguien no es perfectamente consciente de que estos últimos hallazgos no se entienden sin la presencia diaria de Bárcenas en Soto del Real? ¿No ha sido este preso y sus otrora subalternos quienes presuntamente estuvieron en el mangoneo, el chanchullo, el delito? ¿No es él quien duerme y amanece entre rejas y quien trató, por ejemplo, con arquitectos que ahora son llamados a explicar lo que les vincula con la corrupción que salpica al ex jefe de la caja de Génova?
Hay que reconocerlo. Se les ha fastidiado el invento (¡¿qué se le va a hacer?!) a los que descontaban que tras la presunta caja B del PP iba a aparecer hasta algún ministro. Estamos ante una instrucción, ante un juicio técnico. Hay un puñado de irresponsables que quieren transformarlo en un juicio político. Que ya han decidido quiénes son los responsables y culpables. Pero estas formas de señalar y calumniar son propias de regímenes distintos a los democráticos. ¿O no?
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