Son los sentimientos

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y eso viene a cuento de lo que sucede con el referéndum en Cataluña y una hipotética independencia. Lo he escrito en numerosas ocasiones en los últimos años, pero que no quede por intentarlo una vez más. Desde el punto de vista de la lógica y en aquellos asuntos que sigo con más atención desde hace años, como son los relativos a la Unión Europea (UE) en general, y más en concreto a la Política Agraria Común (PAC), lo que está sucediendo no tiene pies ni cabeza. Que salgan agricultores y ganaderos a las carreteras y a las calles de las ciudades con sus tractores, como hicieron ayer para apoyar esta consulta ilegal, debe ser cosa del corazón y los sentimientos. Ahí van unos datos: los agricultores y ganaderos catalanes recibieron el año pasado más de 300 millones de euros (más de 50.000 millones de euros) en ayudas directas de la PAC. Este año será una cifra similar. ¿Acaso el Gobierno de una Cataluña independiente destinaría ese dinero, además de lo que ya aporta actualmente con cargo a su presupuesto autonómico, para apoyar al sector agrario? A esa cifra habría que añadir el dinero que llega para financiar la política de desarrollo rural, que durante el actual periodo financiero de siete años asciende a 348 millones de euros. Tal y como están las reglas del juego hoy en día, en caso de independencia, Cataluña saldría de la UE y no serían de aplicación, ni la PAC, ni el mercado único, por lo que, cuando exportasen sus productos a la UE, tendrían que pagar aranceles. De entrada, Cataluña pasaría a ser un país tercero normal y corriente y, mientras se alcanzase un acuerdo comercial o de asociación, sus mercancías estarían peor tratadas que las de Marruecos, Turquía o Egipto, que sí se benefician de acuerdos y de un trato preferencial ya en estos momentos. ¿Sabrán todo esto los que salieron ayer con sus tractores? Si no lo saben, malo, y, si lo conocen, pues peor. No hay lógica, solo sentimiento. ¿Cómo se combaten los sentimientos?