Fútbol
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Angelina Jolie imaginó que Brad Pitt y Marion Cotillard eran algo más que «aliados» en la película de Robert Zemeckis y contrató a un detective para que siguiera a los espías allende los platós. El resultado fue la traumática separación de los «brangelinos», aunque no ha quedado demostrado, ni siquiera en el film, que entre Pitt y Cotillard hubiera más que secuencias. Pruebas es lo que se necesita para acusar y en el fútbol ha encontrado el ministerio de Hacienda casos y argumentos para rodar una telenovela. Montoro encomendó a sus funcionarios buscar las cosquillas a clubes y jugadores y la misión ha tenido más éxito que las de Tom Cruise en sus misiones imposibles.
Persiguieron la añagaza en la declaración de los derechos de imagen y descubrieron petróleo. Tributaciones legales que dejan de serlo y se aplican cobros y sanciones con carácter retroactivo, procedimiento que especialistas de la Agencia Tributaria catalogan en algunos casos como poco contundentes, pero que se aplican con el rigor de las tablas de la ley. Ahora el pozo son las comisiones de los agentes futbolísticos, antes llamados intermediarios.
Para sacar 52 millones de las arcas del Barcelona, Madrid, Atlético, Valencia y Sevilla, Hacienda establece que el agente es un empleado del futbolista y que es éste y no el club el que tiene que hacer frente a las retenciones, más elevadas y con otras cargas que si las paga el equipo, que es lo que ha venido sucediendo. LaLiga, que es la patronal, apoya a sus asociados en el recurso pues estima que el intermediario trabaja para las dos partes y que la cotización es correcta. No cuela y, para evitar multas mayores, los clubes han pagado. Mientras no se demuestre lo contrario, Angelina Jolie tiene razón.
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