Pilar Ferrer
Tensión entre los magistrados del TSJC ante las denuncias contra Mas por el 9-N
Recluido y dolido, Jordi Pujol. Tenso y sin apoyos, Artur Mas. Así viven estos días los dos inquilinos de la Generalitat de Cataluña. El que fuera todopoderoso presidente y su familia siguen en un discreto segundo plano. «Como si les hubiera tragado la tierra», dice alguien muy cercano al clan pujolista. En especial, a los tres hijos imputados judicialmente, Jordi, Oriol y Oleguer, no se les ha visto por Barcelona en los lugares que solían frecuentar. Tras sus respectivas declaraciones jurídicas, gozan de libertad sin fianza, por lo que pueden viajar y salir fuera de España. Sin embargo, según fuentes del entorno, la familia sigue unida como una piña y pasarán la Nochebuena en alguna de las residencias que poseen en el Pirineo. Hace unos días, la matriarca Marta Ferrusola fue vista en la localidad de Queralbs, tradicional punto de encuentro de los Pujol. Aquí son muy queridos por los vecinos, que les han mostrado su respaldo ante los reveses acontecidos.
De los siete hijos que Jordi Pujol i Soley tuvo con Marta Ferrusola, el pequeño Oleguer, sin duda el más inquieto y apegado a la familia, ha sido visto fugazmente en Madrid, en la llamada Costa Castellana, cerca de las oficinas de Drago Capital, la gestora de fondos donde trabaja. El primogénito, Jordi, pasa algún fin de semana en su espléndida mansión de la Tour de Querol, en la Cerdaña francesa. El «delfín» caído, Oriol, permanece refugiado en la casa gerundense de Orús, aunque su mujer, Anna Vidal, sí ha estado en Barcelona. En cuanto a Josep y las dos hermanas, Marta y Mireia, nada se sabe de su paradero. «Están dolidos, humillados e indignados», aseguran en el círculo próximo. Aunque nadie lo confirma oficialmente, según estas fuentes parece que el matrimonio Pujol estuvo unos días en Alemania, país que el ex presidente conoce muy bien y donde fue tratado de una lesión auditiva.
Tras su polémica y airada comparecencia en el Parlament, el ex presidente lee y escribe mucho. Políglota avezado, siempre ha sido su costumbre devorar la prensa extranjera y así lo sigue haciendo. En el despacho instalado en la portería de su casa barcelonesa, en la Ronda del General Mitre, «llegan los papeles hasta el techo», dice alguien que le ha visitado. Pujol vació el lujoso piso de Paseo de Gracia, que ocupó al dejar la Generalitat y al que ha renunciado, para trasladar todos los documentos a su vivienda. En su entorno no descartan que siga la estela de otros políticos y escriba sus Memorias. Incluso tendría ya la oferta de una editorial. «Puede hablar y contar mucho», advierten amigos de la familia como prueba de la jugosa información que posee quien fuera el hombre más influyente de Cataluña, hoy en derribo y con ganas de reivindicar su maltrecha figura.
Pero la amargura de esta Navidad también afecta al actual presidente de la Generalitat, Artur Mas. La no aprobación de los Presupuestos hace peligrar las inversiones, cuentas e infraestructuras en Cataluña. Tras el primer rechazo de Esquerra Republicana, la última reunión entre CDC y el PSC se saldó con un contundente portazo de los socialistas. El conseller de Economía, Andreu Mas-Colell y el primer secretario del PSC no alcanzaron ningún acuerdo. «O dais un giro copernicano a la hoja de ruta soberanista, o no contéis con mi voto», les dijo Miguel Iceta a sus interlocutores de Convergencia. Los socialistas catalanes salieron convencidos de no apoyar unos Presupuestos «poco creíbles», según sus propias palabras.
El rechazo del PSC ha puesto de nuevo contra las cuerdas al presidente catalán. «Estamos más solos que la una», afirma gráficamente un alto cargo de la Generalitat. El tiempo corre en contra, puesto que el debate de totalidad de los Presupuestos está previsto para la próxima semana en el Parlament. Por ello, Artur Mas ha vuelto a mirar hacia Oriol Junqueras, quien sigue empecinado en su rechazo. «Otra vez a humillarnos», se lamentan algunos dirigentes de CIU ante la continua entrega a ERC. El líder republicano sigue jugando fuerte con la exigencia de adelantar las elecciones, con listas separadas y la independencia en el programa. Lo cierto es que el Govern encara el debate presupuestario en una situación muy difícil y, de momento, en solitario. Necesita el apoyo de algún grupo o dos abstenciones para poder sacar adelante las cuentas del 2015.
Pero Artur Mas afronta otro trago amargo: el pleno del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que se celebra el día 22 y decide si actúa o no contra él por la pseudoconsulta del 9-N. El veredicto está en manos de las salas civil y penal, integradas por el presidente del TSJC, Miguel Ángel Gimeno, y los magistrados María Eugenia Alegret, José María Valls, Enric Anglada, Josep Manuel Abril y Carlos Ramos.
En el pleno se acumulan siete querellas y veinticinco denuncias, entre ellas la de la Fiscalía contra el presidente de la Generalitat, la vicepresidenta Joana Ortega, y la consellera Irene Rigau. Expertos juristas prevén un complejo debate, dado el catálogo de posibles delitos como desobediencia, usurpación de funciones y malversación de caudales públicos. Según las mismas fuentes, los magistrados están bastante divididos y no se descarta un empate en la votación final.
Numerosos empresarios que han estado con Artur Mas en las dos visitas del Rey Felipe VI a Cataluña coinciden: «Está tenso, preocupado y aislado». A pesar de la cordialidad aparente, Mas sabe que su hoja de ruta soberanista es imposible. Muchos de los dirigentes empresariales que asistieron a la cena regia en Fomento del Trabajo así se lo han hecho llegar, instándole a dialogar con Madrid sobre premisas económicas y no separatistas. Es la tesis del presidente de la Cámara de Barcelona, Miquel Valls, quien en un encuentro reciente con periodistas se desmarcó del proceso independentista. «Estabilidad, diálogo y agotar la legislatura», fue su mensaje, en línea con muchos otros empresarios catalanes. De momento, Mas no ha desvelado sus planes concretos y sigue «mareando la perdiz» con Junqueras. Su socio de Unió, Durán Lleida, también le ha advertido que no se centre sólo en la cuestión soberanista. El líder socialcristiano ve difícil un adelanto electoral, dado el rechazo en bloque a una lista unitaria de Esquerra, ICV y la CUP.
De manera que Jordi Pujol y Artur Mas afrontan una etapa agridulce y complicada. Hace años, los Pujol pasaron unas Navidades en Méjico, dónde su hijo Jordi mantenía jugosos negocios hoteleros. Eran otros tiempos y nadie sabe si este año «horribilis» lo despedirán en las Américas. Oriol y Josep solían esquiar en Suiza, pero tal vez ahora no les queden ganas. El menor, Oleguer, es posible que vuele a Formentera, tierra de su mujer Sandra, dónde se casaron en una ceremonia bucólica «hippy» y tienen familiares y muchos amigos.
En cuanto al presidente Artur Mas, fuentes de su entorno destacan que siempre la ha pasado en familia y podría hacer una escapada con su mujer Helena a Estados Unidos, concretamente a Chicago, donde estudia uno de sus hijos. «Todo depende de cómo vayan los acontecimientos», afirman en su entorno. Lo que sí prepara ya el presidente de la Generalitat es su discurso de Fin de Año, emitido por la televisión autonómica catalana, en el que nadie espera sorpresas para salirse de su guión soberanista. Por tanto, las dos próximas semanas serán cruciales, parlamentaria y judicialmente. Como dice un veterano dirigente de Convergencia: «Ante la amargura, traguemos quina».
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