María José Navarro

Teorizando

Ya saben mis fieles y leales lectores (uno o ninguno) que servidora es muy fan y ferviente seguidora de las mujeres que rodean al tito Silvio Berlusconi. Tito Silvio tiene un gusto ciertamente peculiar y le mola rodearse de chicas con poca ceja y mucho labio que luego le pegan unos disgustos tremendos. No hay derecho a que se haga eso con un hombre tan espléndido y tan generoso y tan mal comprendido a la vez. Fíjense si lo es, que una de sus revistas del corazón, «Chi» para ser más exactos, está publicando en portada todos los escarceos y buceos amorosos de su hija Bárbara, otra ingrata que ya le está sacando lo que no está en los escritos a papá. Papá, mientras tanto, está intentando librarse de la cárcel y de la inhabilitación de por vida a las que se le ha condenado por ese entretenimiento suyo tan recurrente de organizar fiestas con menores y tal y pascual. Aun así, tito Silvio anuncia que volverá a ser el líder del Partido Forza Italia y no hace falta ser un profeta para saber que habrá muchos italianos que le votarán. Dicen los analistas más sesudos que esto tiene que ver con el anhelo de muchos de sus compatriotas de ser igual que Berlusconi, pero una, que no tiene teorías propias, escuchó una vez a dos hermanos rumanos (que trabajan clandestinamente en el transporte de viajeros desde Fiumicino a Roma) establecer una explicación bastante posible sobre los apoyos que recibe: Tito ha hecho funcionar mejor la economía sumergida que la legal, y es la primera la que mantiene al país y la que mantiene la vida de millones de italianos. ¿Quién querría perderla mientras el jefe del Gobierno mira para otro lado?